POR OSCAR JIMÉNEZ
Mi interés para
realizar este proyecto se centro en dos
relatos de personas que se ganan la vida de la calle; pienso que es muy
importante para crear conciencia ya que en Duitama se ignora mucho a las personas
y ancianos sin entender la aventura que tienen que vivir en la calle; otros
personajes son los que tocan instrumentos musicales y quienes desde su mundo
ganan dinero porque no pueden trabajar en otras cosas.
En mi proyecto
intenté analizar esta situación. Algunos de los hechos que me impresionaron y
sirvieron de motivación fue ver a ancianos pidiendo dinero de casa en casa o el
músico que se ubica en la calle 17 con carrera 15, un señor ciego que se hace cerca
al colegio La Presentación a pedir plata, sin observar a esa persona generosa que le
obsequia una moneda.
Me senté a
observar cerca de una hora a este cieguito músico que pide monedas. En este
tiempo contabilicé cerca de 60 personas que pasaron por su lado sin que ninguna
le diera una moneda o le prestara atención.
El otro caso es
el de una anciana de 87 años Doña María
Clemencia Bustos de Herrera, quien e al verse sin salud para trabajar y sin
dinero, ha tenido que salir a la calle a vivir la aventura de pedir mercado en
las casas. Me contó que “le da pena
pedir dinero” y añade que fue abandonada por sus hijos.
Quizás si nos
pusiéramos en el lugar de estas personas ayudaríamos más en esta sociedad.
El músico ciego
al que se hace referencia me pide que no
revele su nombre. Me cuenta que nació en Bogotá; tiene una edad de 37 años; tiene una enfermedad de tipo degenerativa.
Agrega que hizo hasta tercero de primaria y que vive en arriendo con su mamá. Está muy agradecido con las personas
que le enseñaron a tocar el acordeón, un instrumento de origen polaco, de
viento, con teclas parecidas a las del piano.
Me dice que al
día recoge unos $10.000 aproximadamente, lo que implica un salario de $300.000
trabajando todos los días; sin embargo unos días recoge más que otros por lo
que su salario es de unos $280.000; no
trabaja los fines de semana porque su mamá se dedica a hacer aseo en un edificio.
Creo que este
hombre le da una lección a la sociedad ya que la música le permite ganarse la
vida. Él reconoce el esfuerzo que hace su madre ya que lo ha apoyado siempre;
dice que es difícil pedir ya que ese oficio se ha desprestigiado por otras
personas que se hacen pasar por discapacitados. Agrega que muchas personas le
reconocen el talento para tocar el acordeón y la guacharaca al mismo tiempo;
dice que la comida que le prepara su mamá es la mejor del mundo porque ha sido
conseguida con esfuerzo y dedicación.
Veo
que valora el dinero conseguido con trabajo y esfuerzo de una forma honesta;
dice que quizás hacen falta más instituciones que les enseñen a hacer más
cosas.
Otra persona a
la que entreviste es la anciana de 87 años llamada María Clemencia Bustos de Herrera. En ella vi una
alegría y una sonrisa mejor que la de muchos jóvenes de hoy en día; su
sonrisa dice que es feliz, dice que prefiere pedir “mercadito” o “alguito de
comer” a pedir dinero. Caminamos juntos por la carrera 17 y me dijo que le daba
mucha tristeza ver que su único hijo la abandonó.
Me contó que
cuando llegó a Duitama empezó a trabajar
en una papelería. Consiguió esposo y empezó a vender sus tejidos y a trabajar
en floristerías o haciendo aseos para ganarse la vida con su esposo. A los 27
años tuvo a su hijo al cual llamó Hugo… Dice que la abandonó por irse con su
novia. Su esposo falleció hace 14 años.
Le agradece
mucho al padre Pérez porque le da de comer. Dice que su comida favorita es
chocolate con pan. Vive cerca al Cerrito Encantado. Es feliz porque no tiene
que pagar el arriendo ya que vive en una casa que es propia; cuando le pregunté
sobre la función del estado dice que debe apoyar a personas como el padre Pérez
para tener en dónde comer.
Pienso que la
función del estado es ayudar a toda la sociedad y que personas como el músico ciego
o la anciana, quienes no tienen una forma de subsistir, tendrían que recibir
apoyo estatal; un salario que les permita vivir con dignidad.
Todos debemos
concientizarnos de que algún día podemos sufrir una discapacidad y que
absolutamente todos llegamos a ancianos; debemos ponernos en el lugar de estas
personas para ayudarlos ya que no tienen
con que vivir cada día; veo tantas casas que prometen; algunas de ellas
deberían dárselas al músico cieguito.
La mejor manera
con la que podemos ayudar es votando correctamente por personas que sepan y se
concienticen de cómo se siente la aventura de vivir de la calle y a veces en la
calle. Si votamos bien a lo mejor algún día todos podamos vivir con dignidad.
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