domingo, 10 de mayo de 2015

MENOS MUERTE MÁS CULTURA

MENOS MUERTE, MÁS CULTURA


Por Tatiana Camargo y Manuel Vargas 


Estudiantes de la UPTC Seccional Duitama. 

Tatiana Camargo adscrita al programa de Administración Turística y Hotelera. 

Manuel Vargas adscrito al programa de Diseño Industrial. 


“Era callejero por derecho propio; 
su filosofía de la libertad fue ganar la suya, sin atar a otros y sobre los otros no pasar jamás.” 

“Era el callejero de las cosas bellas y se fue con ellas cuando se marchó; se bebió de golpe todas las estrellas, se quedó dormido y ya no despertó.” 

Alberto Cortez 


ANUNCIO AL LECTOR 


Intuición es la esencia de este texto, el arte de la fotografía genera un vínculo con el ambiente callejero y sus habitantes caninos; cada representación tiene su historia; invisible para muchos de nosotros al igual que sus personajes; no hay referencias estadísticas de la situación ya que el razonamiento y la buena lectura proporcionaran una percepción clara e inmediata, estimulando la autonomía del lector y así determinar la diferencia entre lo humano y lo animal. 

Es muy poco probable que alguna persona que conozca, trate un instante en comprender la vida de otra; todos los días tenemos contacto con la sociedad, vemos personas pasar, algunas con caras largas, otras con rostros torcidos, uno que otro feliz, triste, enojado o lo que sea que sienta como persona; ancianos con sus marcadas arrugas, niños eufóricos con sonrisas dibujadas, adultos, mujeres, hombres, jóvenes etc. Y no tengo ni la más mínima idea de quien en este mismo instante (…) cumple años, pelea con su novio o novia, quien está a punto de casarse o igualmente de suicidarse, y no sé quién no ha comido en todo su maldito día. 

Sientes emoción al ver una película graciosa o tristeza cuando vez una triste; somos humanos, personas sensibles o al menos eso dicen o eso tratamos de creer, pero, ¿qué pasa con el resto? No solo las demás personas, sino aquellos animales inocentes, testigos de lo bueno y lo malo, caminantes de la ciudad llenos de hambruna, sed y sueño, ¿ya sabes a quienes me refiero? o te doy otra pista, bueno, pues de los animales chandosos y callejeros que vemos a diario; ahora si entiendes, ya que nuestra sociedad así lo ha esquematizado y así estamos acostumbrados a llamarlos. 

Bueno, la ética es aquello que nos incita a pensar cómo vivir, como utilizar mejor nuestra conciencia, a cómo interferir positivamente en la realidad de la sociedad; no estoy diciendo que quien maltrate un animal no es ético, puede que sea ilegal según las nuevas leyes que están surgiendo en este país de leyes que no se cumplen… quizás todo depende de su “yo” interior. 

De hecho de esto se trata el arte, de sensibilizar la sociedad, de mostrarnos lo que tenemos por dentro, lo que somos y lo que sentimos, porque en muchos casos somos víctimas de la ignorancia y quizá hacemos muchas acciones sin previo razonamiento. Tampoco estoy justificando a nadie, no quiero justificarlos; ninguna razón es válida para semejante atrocidad. 

Hablo de esos modelos de eliminación del exceso de “testigos inocentes” que se han implementado actualmente “limpiando” ciudades, ¿limpiar qué? Si lo único malo que hay que erradicar es la falta de cultura, no habría lugar para animales desamparados ni tampoco habría basuras que escarbar. 




SOÑÉ QUE TENÍA UN COLLAR Y UNA PLACA DE LUJO CON BRILLANTES 

Es jueves en la tarde; sé que es un atardecer porque siento la luz mientras tomo una siesta sobre algún andén de cualquier calle; bueno, intento lograr la siesta que deseo porque me distraen los sonidos de pies, son niños saliendo todos de un mismo hogar mientras cierran sus bolsas y tal vez ríen y gritan, no sé cómo hacen todo eso al mismo tiempo; además, llegan chatarras con sus estallidos que no me dejan meditar y me pregunto por qué se abren; guardan algunos niños y luego se van con más ruido, aunque, agradezco que se vayan. 

Creo que ya estoy logrado distinguir entre la siesta y el escándalo; por fin voy a soñar, aclaro que no tengo idea de qué es soñar, pero creo que es cuando logro ver con los ojos cerrados pues me ha sucedió antes, ya me adormecí… 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez
Porque tengo esto en el cuello una placa en forma de hueso con brillantes pero no tiene nombre y porque algo me tira del cuello mientras voy caminando; miro hacia atrás y veo que tengo una correa como esas que llevan los perros que tienen dueño; pero, mi correa no tiene dueño y alguien me tira hacia atrás, pero, no hay ¡nada! Sinceramente no me sorprende en realidad ni dueño tengo, continúo el recorrido que no puedo dominar; parece que mis cuatro patas tienen vida propia y me asusta que puedan pensar; ya voy llegando, veo una casa enorme con un patio trasero muy grande, la puerta se abre sola; “ya lo suponía”; la casa está vacía; se cierra la puerta ¡alto! Ya no me tiran hacia atrás creo que “nada” me ha dado libertad, sinceramente no me sorprende en realidad soy libre. 

Sobre el suelo hay una taza para mi comida, se supone que debe tener algún nombre escrito, pero, no lo tiene y se supone que debe tener comida, pero, no hay comida, creo que una vez más no sentiré el deleite de saborear un trozo de carne en mi hocico, ni en mi panza, mejor me voy a jugar con ese peluche en forma de hueso que tampoco tiene nombre. 

Llevo un día jugando con este peluche parece que por más que lo muerdo y lo castigo no se deshilacha, y ya se está tornando aburrido jugar solo, por eso tomo la difícil decisión de invadir ese cojín que debería tener un nombre para darme el lujo de soñar. 

Siento mucho frío y el cojín insiste en desaparecer; mi panza cruje y mi hocico le responde; ya no siento la luz del atardecer; mis patas se están estirando como si estuvieran cansadas, mis orejas se ponen firmes otra vez y se agrietan mis ojos ¡Desperté! Mi conclusión es que estaba soñando, sinceramente no me sorprende en realidad vivo soñando. 

¡YO TAMBIÉN SIENTO! 

Entrando la noche, miro una esquina, miro la otra y rebusco a cada lado y orilla que veo; y no la encuentro, donde está, por qué no llega, me duele su partida; era su turno de buscar nuestra comida, pero dónde está, me desespero, me duele de nuevo y me sigue doliendo, brotan mis lágrimas después de un tiempo y sigo sin verla, comienzo a pensarla, a buscarla en mis recuerdos, en mis sueños, pero tampoco la encuentro. 

Siento frío y nadie me abriga; sus calurosas patas me desampararon, su precioso pelo me abandona, su hocico afeminado no me besa, y me duele…Ya no me importa el afán de los pasos que me rodean, ya no me importa que me griten, ya no me importa un pisotón, me importa ella, su figura delgada y matiz sensual aunque sea por el hambre, aquella hermosa criatura que me hace caminar kilómetros por verla, aquella rabiosa hembra que me eriza el pelo. 

Aún más noche, aún más desespero; aunque me duelen las tripas iré a buscarla; me apresuro en busca de ayuda, en una iglesia quizá los religiosos me ayuden, pero por el contrario me sacan a patadas, me siento indignado pero no le doy importancia; me importa ella y solo ella. 

A unos pasos veo un camioneta, un humano gordo y calvo me mira a través del vidrio; me da miedo y quiero huir, pero me detiene el chillido de ella, no puede ser? Está en la camioneta, no lo entiendo ella es rápida, quizá la ha sorprendido distraída. Me acerco con detenimiento, y sé cuál será mi futuro, no le recibo su maldita comida; sé lo que es y lo que quiere, iré por mi propia voluntad, entro y miro sus ojos llorosos, la miro con ojos enamorados, me recuesto en su panza y duermo. Quisiera no despertar jamás… 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

Pero me arrastran, me apartan de ella, de nuevo, y me duele, me venden y me sacan de ese lugar, ¿pero ella? ... Cuando pude me escapé; dejé aquel lugar por buscarla; regresé a donde me dejó, y no estaba; desde entonces la espero y la seguiré esperando hasta que muera. 

¡CAPITÁN! UN PERRO GUARDIÁN 

¡No han llegado! Doy una vuelta por la cuadra regreso y ¡No han llegado! Doy tres vueltas por la cuadra regreso y ¡No han llegado! Doy más y más vueltas por la cuadra regreso y ¡No han llegado! Doy como 70 vueltas a la cuadra -¿Cuándo aprendí a contar?-, me detengo unos cuantos momentos para respirar, porque, también lo necesito, regreso y ¡No han llegado! Completo exactamente 100 vueltas por la cuadra, como siempre todo tiene un 100% regreso, y ¡oh sorpresa! ya vienen, los veo, veo sus sombras mientras se acercan caminando hacia a mí; me fijo en uno de ellos, ¿Qué engancha en sus manos? ¿Qué hay en el fondo de esa bolsa?, quiero imaginar, me quiero ilusionar; es extraño, siento que hay una nube en mi pecho que se infla y desinfla rápidamente, los voy a saludar, porque después de dar 100 vueltas por la misma cuadra reconozco que los extrañaba y mi cola parece estar 100 veces más feliz. 

Ya estamos juntos, ellos me dicen “hola Capitán como estas” pero no me llamo así; los de dos patas son raros, en otros lados me llaman káiser, manchas o chandoso, que confusos son, si me preguntaran como me llamo… -¡Alto!- No tengo nombre, creo que soy el de los 100 nombres y las 100 vueltas. Por el momento respondo al nombre de Capitán, me acarician y aumenta mi felicidad, entonces escarban el fondo y vacían la bolsa, al fin arrullo mi panza con un trozo de pan y carne, y para pasar los bocados tengo acceso al charco más cercano, doy gracias por que ayer llovió; los de dos patas se despiden de mí, ya se internan en su hogar a descansar. Buscaré un andén cercano a la puerta de la casa de los de dos patas, “los tengo que cuidar”; esta noche soy su guardia, mientras tanto contemplo la huida de la luna tolerando su frío y su brillo. 

Mañana debo madrugar; tengo 100 puertas por vigilar, responderé al nombre de manchas o a uno nuevo; volveré a dar 100 vueltas por las mismas cuadras; me emocionaré e ilusionaré; soy un perro guardián el de los 100 nombres y los 100 dueños. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

MI SOLEDAD 

Me da vergüenza tener que mostrar mi trasero azul, pero tengo que denunciar esta falta de respeto; no sé quién goza del dolor ajeno, pero lo hacen; me han lavado en pintura por solo gusto; me siento enojado e impotente; me he limpiado el cuerpo pero no alcanzo mi trasero y me siento cagado, como si arrastrara mi propio excremento. 

Ya no puedo caminar en paz, ni caminar a gusto; me da vergüenza, aunque solo sea un poco de pintura, aquella pitbull se ha burlado y ha incrementado mi pena. Me he recostado a pensar qué pasa; solo quería dormir y era un lugar cómodo; no estoy deprimido ni mucho menos aburrido pero sí me gustaría escapar del mundo; vivir en un mundo de solo perros; conocer el amor verdadero y tener montañas de comida, quizá ser de otro color, otro tamaño o quizá ser otro tipo de animal, quizá ser un humano. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

Comienza a lloviznar y comienzo a llorar; no entiendo el porqué de mis lágrimas resbalándose por mi rostro; no entiendo esta nostalgia que me invade cada vez más; no comprendo porqué quisiera tener otro estilo de vida, pues tengo libertad, libertad de seguir el rumbo de esta sociedad. Después de tanto pensar, mi mente grita incesante qué es lo que me falta…Ya sé qué me hace falta: compartir con alguien más, estar en sociedad, tener una familia, quien se preocupe por mí, porque me siento solo e infortunado, o si tan solo conociera a mis padres o a algunos amigos, o a cualquier otro perro que me haga compañía, sería más completa mi vida, y luego recuerdo que yo fui quien provocó esta situación; yo fui quien quiso quedarse solo. 

QUE NO SEA LO QUE PRESIENTO 

Que no sea lo que presiento. Solo quiero jugar; ya han pasado muchas chatarras con sus estallidos y me dan ganas de cazar una; pero “sola” no es divertido; estoy esperando hace días a Picasso, hace meses a Lisa y a Da Vinci, hace años a Van Gogh y Botticelli, siempre los he estado esperando y seguiré haciéndolo; cuando llegue ese grandioso día del encuentro ya lo tengo todo planeado; primero rastrearemos un olor que acaramele nuestra nariz, segundo nos revolcaremos sobre algo putrefacto, puede ser en las bolsas de regalo que tiran los de dos patas sobre el prado, y por último cazaremos esas chatarras de estallidos ladrándoles para que se alejen cada vez más. En tanto permaneceré aquí con mis ilusiones y espero que no sea lo que presiento. 

Sigo aquí en la esquina, me siento invisible, los de dos patas no perciben el misterio; saben lo que sucede; sin embargo, no saben que yo no lo sé, y no platican junto a mí, ni siquiera un susurro al lado derecho o al izquierdo de mi coca; me las he tenido que arreglar para discernir una que otra palabra que deambula por mis orejas caídas. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

Soledad, sinónimo de mi condición; creo que ya no van llegar; pasará un día más y aun así mantengo la esperanza. Hoy es un día más en la misma esquina y recuerdo que hace unos días le escuché a Capitán algo sobre una conmemoración a los artistas por su atrevimiento ejecutado en las calles; no sé a quienes aludía; imagino que eran valiosos, como esas creaciones ocasionales que he visto en los prados; esas magníficas obras elaboradas con mugre escarbado de las bolsas de regalo, o esos rastros permanentes de los que no tienen nombre, sobre el cemento fresco ¡sí…deben ser todos unos artistas¡ por el momento me destino a esperar en esta esquina, y ya se está acabando el día; mañana sí los veré me voy a descansar, mañana volveré. 

Voy viajando a la esquina, pero me detengo porque veo a una de las chatarras con sus estallidos y tiene una mancha en su frente; parece que recibió un impacto o quizá impactó algo porque siempre transitan de afán, y no me gusta lo que piensa mi pecho; espero que no sea lo que presiento, ya extraño demasiado a mis colegas, espero que hoy sea el grandioso día del encuentro para cumplir el plan; viajo rápidamente a la esquina de siempre y veo una porción de carne acomodada en el piso; creo que la ha dejado uno de los de dos patas, ¡hoy desayunare!. Esa pequeña degustación me dio felicidad, pero he percibido la fragancia del veneno. 


PAZ CON JUSTICIA SOCIAL 

Caminaba, trotaba, soñaba; ejercía movimientos y volaba de nuevo pero en medio de mi rutinario recorrido, me llamó la atención una rara asimetría, que es eso? Letras?, creo que alguna vez en mi larga vida de experiencia callejera le escuché decir a un compadre lo que eran y cómo leerlas, pienso que no soy tan analfabeta si entiendo; esto me dijo, pero no sé; me inspiró mucha fortaleza escuchar sus palabras, y no estoy seguro porque (…) P..A...Z paz; si paz dice la primera palabra, qué es paz, me grita mi estómago, qué es paz trata de razonar mi mente, qué es paz maldita sea, me vuelvo loco si no lo comprendo, paz finalmente recuerdo esta olvidada palabra, y me digo es el contrario de la guerra, ahh entonces es en contra de los humanos que nos hacen la guerra día a día, o no? Me responde mi hambre. 

Y luego caigo en mi misma conclusión, ¿por qué me odian? , acaso soy feo, acaso soy gordo, digo flaco, acaso tengo mucho pelo o acaso no merecía haber nacido? No sé pero estas preguntas son tan duras como las respuestas, no le veo claridad!!! No encuentro una razón del porqué los humanos y mi raza no podamos convivir en paz, anqué llega a mi mente la vez que dos humanos se pegaron tan fuerte que me salpicó sangre en mis pequeños bigotes y en mi enredado pelo y me confundo porque no tienen paz ni entre ellos mismos, así que como van a siquiera pensar tener paz conmigo o con mis hermanos, son muy fuertes y rudos pude notar, pero son muy brutos y bobos al no entender que por un papel no se mata, pues pienso yo, eso no se come y lo digo porque ya lo probé, lo más importante es el agua y la comida que sacia a mi organismo. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

Continúo y dice: “paz con justicia social” quizá lagrimeo un poco pero me da nostalgia; Justicia social, me dice que quizá hay esperanza porque hay humanos que sí piensan en los demás; solo espero que piensen en mí. Miro de reojo atrás de mí, y recuerdo de nuevo los golpes de aquellos humanos; no entienden, no entenderán. 

ANÓNIMO 

Un héroe anónimo de metrópoli, muchas veces ignorado por los que caminan de afán entre el peligro oculto en cada esquina sucia de esta bendita ciudad; ellos viven en el interfaz de sus aparatos atrapados en una seducción artificial y olvidan que están navegando en un lugar desconocido; soy una nueva versión de héroe anónimo dispuesto a no hacer nada. Me es costumbre caminar entre la niebla generada por sus habitantes; ya es costumbre olfatear el exceso de alcohol en el ambiente; vicios descontrolados actuando en el inconsciente de estos animales que generan arte contemporáneo salpicando calles y muros con colores del prójimo. 

Ya viene, se acerca la oscuridad descifrando pasos de los que serán sus víctimas en esta noche; manifiesto que no los puedo salvar a todos; por lo menos a los que no se lo merecen; aislar la maldad de todo lo demás es complejo; solamente soy un canino que pretende ayudar, pero opto por no hacer nada. Tal vez ella y su condición buscó ser agredida, o alguien y su condición la buscaban a ella; sé que él prefirió esa calle, pero no decidió morir perforado por ir al trabajo que tanto buscó, o aquel animal que conducía esa chatarra y decidió esculpir la ciudad a golpes llevando por delante aquella familia que solamente creaban un recuerdo. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

Me alarma un llanto entre la basura -¡sí, esos regalos!- mi olfato identifica la situación y mis ojos lo comprueban; aúllo cerca de la criatura simulando pedir ayuda; sigo siendo ignorado por ellos y comprendo que debo actuar como anónimo; retiro esos abrigos pestilentes de soledad que para él son una molestia y logro que sea visible su realidad; al fin se acercan muchos de ellos y lo toman en sus brazos; por primera vez los veo unidos y veo que ayudan a alguien de su especie; sé que ahora va a estar bien; me alejo del lugar y sé que volveré a encontrarme con la criatura; tal vez este sea el mayor acto heroico que he realizado; me alejo prefiero permanecer incógnito, no divulgaré mi nombre. 

¿ACASO SOY FAMOSO? 

Un extraño me toma fotos, me mira demasiado, me sonríe, ¿acaso soy famoso?... 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez

Estaba buscando un lugar sequito para dormir, pero durante un tiempo me sentía perseguido; un humano con barba me sigue; quién puede ser; la verdad solo admito que me sigan hermosas cachorritas; me produce miedo pero como soy valiente me le acerco; le bato mi rabo y me da comida !humm esta tan rico! No había encontrado nada delicioso en todo el día; saca un aparato extraño; pequeño y raro; lo acerca a su rostro y sale una luz, ¿qué es eso? Me entra la intriga, lo miro aun con más detenimiento y vuelve a salir la luz; alzo mis orejas y vuelve a salir aquella luz; de hecho me hace sentir bien, importante, alguien nota que existo pero no es para golpearme, me alegro y me gusta sentirme así; por un instante, por un pequeño instante me siento famoso, no como una estrella de Hollywood, sino famoso como alguien que es notado y hoy lo sentí. 

GOTAS DE ALEGRÍA 

Uy qué es esto? Algo roza mi rosto; son unas gotas de lluvia; creo que será el mejor día de mi vida; a pesar del frío me encanta que llueva; esas pequeñitas gotitas que caen de lo alto me inspiran a jugar, a saltar en los charcos, a sentirme libre, ahhh, y obvio me ayudan a bañarme; siento que alguien piensa en mí, y me las envía con todo el cariño del mundo; a pesar de que son frías, siento un calor extraño y perpetuo que me acompaña siempre. 

Muchos huyen de la lluvia, mientras que yo no hago más que buscarla; de hecho la otra vez una humana tiraba agua de un piso alto, y yo muy contento me mojaba, en serio, creí que era lluvia; al recordarlo no puedo evitar dibujar una sonrisa en mi rostro, me recuerda lo infantil que puedo llegar a ser. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez


Recorriendo el mundo me imagino de charco en charco; siento la misma adrenalina como cuando corro detrás de un carro o cuando trato de coquetearle a una cachorrita; sí, aquella adrenalina que sientes cuando sucede algo muy intenso; así me siento cuando llueve; siento cada fibra de mi cuerpo, siento mi corazón latir bombardeando con intensidad mi sangre; siento una inmensa alegría y al mismo tiempo un miedo grande por sentir tanta satisfacción; pienso que en este mundo está prohibida. Muy de acuerdo o desacuerdo de lo que pase en donde habito seguiré disfrutando de cada día y de cada lluvia, y haré como si solo viviera para esto, para mojarme, para ser feliz y con una sonrisa en mi rostro me marcho para el siguiente charco. 


NOTAS ENCONTRADAS 

En una caja abandonada se han encontrado las notas de un declarante anónimo; como introducción ha escrito lo que le ha ocurrido en su último día y no entiendo mi vida, siento que cada vez es más pesada y cruel, siento que la soledad es mi cómplice, pero, mi almohada, me duelen las patas, la panza, el hocico, no veo, ni olfateo como antes, me canso con facilidad y esto me asusta. Cruzo las calles y ya no reconozco en donde está mi caja vacía, aquellas pertenencias que con mucho esfuerzo pude conseguir y ni hablar de mi memoria, no recuerdo ni mi propio nombre, si es que tengo. Avanzo otras cuadras y doblo la esquina sollozando miro a lo lejos una manada de cachorros, se siguen en fila india, no comprendo pero deduzco el porqué, que triste suerte la de ese pobre animalito. 

Fotografía José Manuel Suárez Vargas


Como puedo sigo avanzando; algo me detiene; es mi cadera; se me ha fracturado un hueso; me hace soltar un alarido pero seguiré a rastras; no me importa, este dolor no me detiene, dejaré mi nota en la caja; no moriré en vano; sé que a alguien le importo; sé que a alguien le intereso; alguien me quiere aunque aún no me haya encontrado y sé que a alguien le ayudarán mis notas. Pero en verdad, quisiera que tú las encontraras, que recordaras cuando corríamos detrás de los autos, cuando lamíamos el helado pegado en el suelo o cuando dormíamos en cualquier sitio; arrunchados el uno con el otro, para que entiendas que después de tantos años después de tu partida aún te recuerdo aquí conmigo; me seguiré negando porque sé que volverás por las notas. 

“Lloro con un maldito adiós y escribo estas notas entre cortadas palabras, quisiera que mi tortura se acabara; dejaré mis notas entre mi caja, si recuerdo donde está; mi mente es rara, se distrae con cualquier bobada pero tengo la certeza que me recuerdas como te recuerda mi panza; pronto estaremos juntos, espérame que ya casi llego” 


CALLEJERO 

Alberto Cortez 

Era callejero por derecho propio; 
su filosofía de la libertad 
fue ganar la suya, sin atar a otros y sobre 
los otros no pasar jamás. 

Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño 
que condicionara su razón de ser. 
Libre como el viento era nuestro perro, 
nuestro y de la calle que lo vio nacer. 

Fotografía José Manuel Vargas Suárez


Era un callejero con el sol a cuestas, 
fiel a su destino y a su parecer; 
sin tener horario para hacer la siesta 
ni rendirle cuentas al amanecer. 

Era nuestro perro y era la ternura, 
esa que perdemos cada día más 
y era una metáfora de la aventura 
que en el diccionario no se puede hallar. 

Digo "nuestro perro “porque lo que amamos 
lo consideramos nuestra propiedad 
y era de los niños y del viejo Pablo 
a quien rescataba de su soledad. 

Fotografía José Manuel Suárez Vargas


Era un callejero y era el personaje 
de la puerta abierta en cualquier hogar 
y era en nuestro barrio como del paisaje, 
el sereno, el cura y todos los demás. 

Era el callejero de las cosas bellas 
y se fue con ellas cuando se marchó; 
se bebió de golpe todas las estrellas, 
se quedó dormido y ya no despertó. 

Nos dejó el espacio como testamento, 
lleno de nostalgia, lleno de emoción. 
Vaga su recuerdo por los sentimientos 
para derramarlos en esta canción. 

Fotografía José Manuel Suárez Vargas