Ponencia presentada en el foro de filosofía organizado por el profesor del Colegio Nacionalizado la Presentación, Félix Pérez, el 25 de septiembre del 2015. Las fotografías son de Jessika Pineda, estudiante del ITSTA de Duitama.
ANTES DE ARRANCARLO, LÉALO
Por Miyer Pineda
“La bala es la polilla de la humanidad; como microbio tenaz roe y
pudre las entrañas de los hombres y convierte en polvo la carne”
Luis Tejada
De la canción de la bala.
Para dar
cuenta del tema del coloquio, quisiera contar tres experiencias didácticas,
mientras planteo algunas conclusiones que arrojaron las mismas, y que propongo
como ejes de una posible discusión.
La primera
consiste en contar cómo ha sido la experiencia del proyecto Lugares de memoria: los hombres sin historia
son la historia que vengo desarrollando desde hace aproximadamente unos 8
años en el colegio Santo Tomás de Aquino, entre cuyos objetivos estaba la posibilidad
de analizar el problema de lo que he llamado: los espejismos discursivos en la
Escuela, y que por supuesto, también son síntomas de lo que pasa en nuestro
país.
Si hay algo
que hoy en día debe ser analizado con mucho cuidado, es el problema de los
simulacros discursivos que amparan o encubren procesos fraudulentos en la
sociedad. Uno de ellos es precisamente el espejismo que se impone desde las
cumbres del poder sobre el problema de la ciudadanía, y que encaja en el
esfuerzo por poner de moda ciertos tópicos; algunos de estos son la educación,
el matoneo, el posconflicto, la seguridad, el emprenderismo, la paz, las
competencias ciudadanas, laborales, etc.
Yo creo que
esto evidencia serios problemas de comunicación que comprueban a su vez el
precario nivel de análisis simbólico de las personas, quienes terminan haciendo
parte del circo de la simulación. Ejemplo: es un hecho que el problema de la
corrupción y del clientelismo son elementos que han desprestigiado a los
practicantes de la política en Colombia. Y esto se puede entender de dos formas
posibles, -por ahora-. La primera: casi todos nosotros hemos escuchado que
nuestros familiares se quejan de los políticos. Que son unas “alimañas”, unos “parásitos”,
unas “ratas”, una “porquería”, unos “ladrones”, etc. Pero casi todas estas
personas que se quejan, cada cuatro años asisten a reuniones de políticos en
campaña, pegan en los ventanales de sus casas afiches y publicidad de estos políticos,
y es evidente que lo hacen como posibilidad de sumarse a una clientela que como
una gavilla parasitaria solo quiere llevar a un politiquero a un cargo porque
es una posibilidad de “vivir de la teta del Estado”, al menos durante 4 años. Sé
que esto suena un poco duro pero es la realidad, y quiero que mi discurso no
haga parte de ese fraude. También sé que con la ausencia de fuentes de empleo,
lamentablemente el clientelismo es una opción; pero esta opción también debe
tolerar mi crítica, y tendrá que reconocer que si estas clientelas manejarán
los recursos públicos, quizás deberían hacerlo de manera transparente y
pública.
Pero vean
el simulacro discursivo: por un lado, el politiquero miente descaradamente;
posa como adalid de la ética y de la transparencia ciudadana, y por el otro, el
habitante de la ciudad sabe que el politiquero miente pero aun así lo apoya y
lo sigue. El politiquero sabe que el habitante sabe que le miente. Los dos son
un fraude que se necesita. Por eso la conclusión es atroz: cada sociedad tiene
los políticos que se merece.
Ahora vamos
a la Escuela. El docente pone a leer al estudiante pero el docente no lee. El
docente pone a escribir al estudiante pero el docente no escribe. El docente
pone a pensar al estudiante pero el docente no piensa. El docente solo quiere
cobrar su salario a fin de mes y esforzarse poco. Por supuesto esto se escribe
sin el ánimo de generalizar, pero todos sabemos que son pocos los “docentes” que
merecen ser llamados Maestros, así como son pocos los habitantes de nuestra
polis, que merecen ser llamados Ciudadanos, y que pocos son los políticos que
merecen ser llamados así; tampoco es un secreto que son pocos los colombianos
que votan éticamente.
Pero ahora vayamos
de lado del estudiante: El estudiante no lee, no escribe, no piensa. Todos
sabemos que son pocos los niños con uniforme que merecen ser llamados
Estudiantes. En el Santoto de Duitama hicieron un mural del Ché Guevara y al
lado escribieron una de esas máximas adjudicadas a Paulo Freire, pero que igual
sirven como síntesis de lo que debiera ser la educación: “Lucho por una
educación que nos enseñe a pensar no a obedecer”, y esto es genial.
Sin embargo
cuando a los estudiantes se les pone a pensar, son muy pocos los que lo hacen. Lo
demás es un culto a la estupidez (y recuerden por favor la etimología de esa
palabra: patear los libros, es decir, los símbolos, el pensamiento etc.) o a la
idiotez; son al decir de Pedro Juan Gutiérrez, “piedras perfectas para la gran
pirámide”. Alguna vez leí que estadísticamente en un curso de 35 estudiantes,
solo 7 están asumiendo el reto de pensar. Y eso cuando el docente comprende que
el problema es ese: poner a pensar a los estudiantes. Porque cuando el docente
es regular, pobres estudiantes. Sin embargo aquí también se puede sacar una
conclusión: cada estudiante tiene el docente que se merece, porque señoras y
señores, uno de los elementos más hermosos de la Escuela (entiéndase colegio y
universidad), es la autoformación, un concepto que se opone a esa complicidad
entre el docente mediocre y el estudiante mediocre.
Pero, ¿se
detecta el espejismo? Analizando la experiencia de varios colegas y la mía, es
que en un colegio el Maestro es el que toma su profesión en serio aunque tarde
o temprano sea señalado por quienes no lo hacen. El Maestro es el que sabe que
su oficio es político y que lo que haga debiera tener una incidencia política
en su espacio vital. El Maestro tiene, por lo general, una concepción distinta
de los malestares de la educación tradicional, y concibe el aula como un
espacio dialógico en el que el lenguaje, el asombro y la indignación van de la
mano, de manera que quizás se pueda motivar, a uno que otro estudiante, a
elucubrar el sentido de su función social. El Maestro sabe que esta concepción
de la educación pondrá en evidencia a los colegas y directivos que no asumen de
esta manera la Escuela, así que por consiguiente será aplastado.
Ya sabemos
que nuestra tradición viene del señalamiento a los maestros: A Sócrates se lo
obliga a elegir entre la muerte o el exilio de su polis, mientras que a Jesús,
se lo crucifica.
En el
colegio el problema de la educación integral es un discurso que se enuncia
hasta la saciedad pero que no se concreta. Es un discurso que no es posible en
la educación tradicional. Ese ideal es utópico. Incluso me atrevería a decir
que la educación integral se combate. Por ejemplo: la estética y las ciencias
sociales son ninguneadas. Las ciencias sociales refieren el problema de la
objeción de conciencia o el del libre desarrollo de la personalidad, y la
estética te enseña que quizás se trata de combatir la vocación de servidumbre.
Por tanto serán aplastadas: ellas señalarán que no hay un espacio más represivo
que la escuela. La escuela te uniforma y te enseña a obedecer, no a pensar.
Bajo el sofisma de distracción de unos puntos mínimos atados al fetiche
normativo para que el estudiante se forme, aplastan a las minorías. Y ese
discursito de lo que yo llamo, las “frivolidades” (uniforme, aretes, cabello,
etc.), se vuelve el caballito de batalla de quienes no están comprometidos con
problemas que van más allá del salario o de la estupidez.
Personalmente
me niego a discutir con un estudiante si el uniforme, el cabello, los aretes,
el género, etc., son importantes en mi clase, pero mis estudiantes podrán dar
fe de que me pongo de mal genio si no traen las lecturas para la clase. Yo no
soy un juez de la moda, y no me interesa que mi clase sea una pasarela; me
interesa la discusión de unos problemas fundamentales que aquejan a nuestro
país, por ejemplo –y a propósito de este coloquio-, el problema de la juventud
a merced de la banalización. Sé que esto puede resultar incómodo para muchos,
pero no olviden que yo podría ser parte de una minoría que existe, y a la que
se la tiene que respetar.
Creo que se
debe retomar una idea que esbocé anteriormente y que permite la existencia de los
discursos espejismo. La educación integral desterró la Estética encarnada: el
arte, la música, la danza, la poesía y el teatro fueron expulsados de la
Escuela. También se destierra a la filosofía y comienzan a ser estigmatizadas
las ciencias sociales. La razón es comprensible: eran esas partes del saber que
tenían por función ponernos a pensar. Ahora en la Escuela se debe reprimir no
provocar. Nos negamos a comprender que si se enseñara a pensar en lugar de
obedecer a ciegas, el estudiante reflexionaría sobre el sentido de las cosas
sencillas que se le exigen.
Pero vuelvo
al proyecto: Lugares de memoria: los
hombres sin historia son la historia, nace cuando vislumbro esos problemas.
¿Cómo hacer para que algunos de mis estudiantes se salgan de ese círculo de la
simulación y asuman, encarnen, se apropien del problema de la ciudadanía, que
es imposible de construir sin el esfuerzo de pensamiento que les permita
entender la importancia y el sentido de ese concepto? ¿Ven lo que pasa? De
manera intuitiva, y como precomprensión, sabía que se trata de un problema de
ciudadanía el asunto este de los simulacros discursivos. Si soy un verdadero
ciudadano desarmo el discurso del político y voto por otro, o voto en blanco
(se hace necesario todo un movimiento ciudadano que reivindique el poder del
voto en blanco: En Duitama hasta el arte y la filosofía sucumbieron a la tesis
del menos peor de los males); si soy un verdadero ciudadano, como político
ejerzo la ética como estandarte de mi quehacer político. Como docente me
esforzaría por hacer que mi estudiantes, al menos esos 7 de 35, llegasen a
comprender la importancia del sentido de discutir estos problemas, y a lo mejor
con el tiempo lograría subir el porcentaje a 8 o a 9. Así es como el proyecto
evoluciona. En un comienzo se llamó Descanse
en paz la guerra, y nos enfocamos a analizar el problema del conflicto en
plena época uribista; luego se llamó, Lugares
de memoria, cuando advertimos que en la ciudad existía un vacío entre las
concepciones de ciudadanía y de memoria: Duitama es llamada “la ciudad cívica
del departamento” pero carece de un centro histórico, lo desmanteló y lo creó
artificialmente en lo que se conoce como Pueblito boyacense; el centro
histórico se acerca al modelo de la ciudad vitrina; luego el proyecto pasó a
llamarse Lugares de memoria: los hombres
sin historia son la historia, cuando logramos comprobar que la memoria va
de la mano de los sujetos y no de la historia oficial tan cercana a la
simulación. Finalmente consolidamos un semillero denominado Mnemosine, desde donde intentamos
quebrar esos espejismos. Con el tiempo concluí que todo esto se enmarca en lo
que los especialistas en pedagogía llaman Didáctica
que no es más que el intento de un profesor por intentar ser Maestro, es decir,
el intento de un Maestro de provocar asombro e indignación en sus estudiantes.
Algunas de
las conclusiones sobre esta experiencia, son, primera: Se hace urgente la
necesidad de establecer una relación entre los conceptos de ciudadanía,
dignidad, indignación y memoria. Segunda: Es preciso que se intente a través de
ciertas experiencias estéticas (otros las denominarán didácticas), llevar el
colegio a la calle, o mejor, llevar el sentido del saber a la calle. Y esto lo
explico contando la segunda experiencia:
El sábado
29 de agosto de este año, un grupo de estudiantes de grado 11 del santoto,
madrugaron para pegar en los postes de la ciudad, aproximadamente unos 460 volantes
en los que se podían leer desde estadísticas sobre el conflicto armado interno
en Colombia, hasta poemas o citas tomadas de crónicas de Luis Tejada. Según mis
cálculos, se debieron empapelar aproximadamente unos 230 postes en la ciudad.
¿La idea cuál era? Sensibilizar al peatón. Pensábamos lo siguiente: así como el
transeúnte es agredido por una desmedida publicidad, ¿Por qué no cuestionarlo
con ciertos datos o ciertos aforismos? ¿Por qué no darle ciertas píldoras sobre
la infamia que aqueja a buena cantidad de la población colombiana? Si en los
postes se orinan los perros y los borrachos; si en ellos se pegan toda clase de
anuncios, ¿Por qué no informar sobre ciertas realidades miserables? Les debo
contar que han sido arrancados un buen número de estos avisos, y eso nos motivó
a concluir lo siguiente:
Ajados,
destruidos, maltrechos, grumosos y esperando por la lluvia, por los ojos del
lector adecuado, por las manos que desgarran porque sus dueños no soportaron el
espejo. Algunos pilos estudiantes del santoto, madrugaron el sábado 29 de
agosto del 2015 (la fecha se extraviará en el tiempo) y pegaron más de 450 hojitas
en los postes de la zona centro de la ciudad, en las calles que rodean los
espacios cotidianos, y cerca del colegio.
Allí habían
estadísticas, fragmentos de los libros publicados por el CNMH, poemas, citas de
lecturas y otras tantas provocaciones para el peatón desprevenido, para el
transeúnte lector y para el intolerante que ya no soporta el país real que se
opone al país oficial, de chisme y zancadilla al que trabaja, ese país
mentiroso que no se da cuenta de sus muertos ni de su capacidad para dañar al
prójimo. Si el colegio sirve para algo que sirva para mostrar ese país real, el
de las víctimas, el de los desplazados, el de la filosofía del rebusque, el de
la necesidad de la esperanza inteligente. El de la necesidad de construir país
esquivando la idea de que se trata de enriquecerse sin trabajar, o lesionando
la dignidad del prójimo.
Hacía frío
ese sábado. El engrudo lo prepararon en un lote. Las brochas las prestó otro
compañero. Los baldes estaban por ahí tirados. La olla fue prestada. La cita
fue en el terminal de la ciudad. Se dividieron los muchachos y a pegar.
Curioso: muchos peatones soportan los avisos de conciertos de esas músicas
patéticas que creemos que nos gustan; muchos peatones soportan los avisos de
los politiqueros de ocasión que son más parásitos que políticos; muchos
peatones soportan avisos de otras cosas, pero estas hojitas con el símbolo de
la diosa Memoria, se tornaron insoportables para algunos, así que no esperaron
a que las inclemencias del tiempo los arrancaran… fueron las inclemencias de la
intolerancia. Por eso ahora el lema será: ANTES DE ARRANCARLO, LÉALO.
Ojala las
hojitas que sobreviven por ahí en algún poste, sirvan para que algunos buenos
ciudadanos comprendan que este país se construye cuando cada uno de nosotros
comprenda que pensar es irse en contra de ciertas expresiones de nuestra
idiosincrasia, como esa de negarse a leer o de negarse a respetar el
pensamiento del otro.
La última
experiencia: el jueves 10 de septiembre de este año, hace 15 días. Los
estudiantes de grado 11 del santoto, uno de grado décimo, y uno de grado noveno,
nos tomamos la plaza de Los Libertadores y la volvimos un museo de la memoria (La
idea nació luego de que volvimos el colegio un museo en el año 2014: la idea
era hacerle un homenaje a las víctimas del conflicto armado interno en
Colombia). Allí mis estudiantes expusieron libros del CNMH entre los que
estaban los informes sobre las masacres de El Salado, Bojayá, Trujillo, El
Tigre, La comuna 13, El Placer, etc. Además se sumó la Fundación Pedagógica
Rayuela. Mis estudiantes llegaron desde las 6:30 de la mañana y comenzaron a
disponer el lugar, a asearlo, a armar sus stands y demás dispositivos que buscaban exponerle a
la comunidad duitamense esta realidad que no le interesa.
Pero pasó
algo interesante ese día. Ese 10 de septiembre del año 2015 también llegaba a
la ciudad el ilustre senador Álvaro Uribe. Les cuento que desde las 7:00 am ya
había gente atacando a mis estudiantes. En el transcurso de la mañana muchos de
ellos fueron llamados guerrilleros, ineptos, mediocres, etc. Sí señores, en la
ciudad cívica de Boyacá. Una mujer descendió de una camioneta acompañada por un
militar y les dijo a algunas de mis estudiantes encargadas de exponer las
problemáticas que rodeaban a las poblaciones del río Atrato, que resultaba el
colmo que sabotearan al Presidente Uribe de esa manera. No entendimos y quedamos
asombrados; hasta ese momento no teníamos ni idea que el honorable senador
visitaría la ciudad y que pensaba dirigirse a sus lucidos seguidores en la
Plaza en la que estábamos. Con el transcurso de las horas llegaron soldados,
policías, perros que buscaban bombas. Hombres de civil que nos miraban extraño.
Algunos soldados en una esquina de la plaza les dijeron a un par de estudiantes
que tendrían que portarse bien porque de lo contrario tendrían que utilizar
“estos”, mientras señalaban sus fusiles. ¿Ven el choque? Ese país maravilloso y
patriótico del discurso uribista, fue rodeado por el halo de violencia e
intolerancia que proyecta el discurso uribista, y que nos rozó ese día provocándonos
miedo. Así como en 1984 o en tantas regiones de ese país real que no se parece
al país oficial de la simulación.
Luego llegó
uno de los encargados de la seguridad del honorable senador Álvaro Uribe. Conversamos.
Le hice ver que se trataba de una actividad exclusivamente académica.
Convenimos en que le dejaríamos libre un sector de la Plaza de Los
Libertadores, y que sería interesante que el Doctor Uribe conversara con mis
estudiantes. Pero que si la cuestión se tornaba incómoda, abandonaríamos la
Plaza hasta que el ilustre Senador se fuera del lugar. Al final la comitiva del
Senador que hacía campaña en esta ciudad, decidió que se dirigirían al parque
Solano, a unas cuantas cuadras de allí, y nosotros pudimos seguir tranquilos
hasta el mediodía, cuando Inspector de policía, Secretaria de Gobierno y esos
abogaditos que son sus asesores, nos cancelaron el sonido. Curioso, la ley 1448
del 2011 protege las incitativas de memoria: pero la ley sirve para aplastar
estas iniciativas.
¿Ven el
problema? En el aula o en el colegio ese discurso de la dignidad de las
víctimas queda bien y es “aparentemente” necesario. En comerciales de
televisión es un discurso que funciona, y a veces en algunos noticieros como
notas que alivian la conciencia. Pero cuando intentamos sacar ese saber a la
calle, es silenciado y se utiliza el fetiche de la norma para aplastarlo. La
pregunta entonces sería ¿Cómo encaja aquí el concepto de ciudadanía? Pero si
quedaban dudas sobre el sabotaje, hacia las 4:00 pm la policía cuestionó
nuestra labor, advirtiéndonos que ellos tan sólo seguían las directrices de la
secretaria de gobierno de la ciudad.
Entonces, ¿Ven
la importancia de la resignificación del concepto de ciudadanía? Una cosa es el
peatón del común que solo es capaz de repetir el discurso de la simulación que
rechaza la memoria y que pregona la muerte. Y otra muy distinta, ver cómo esos
funcionarios públicos se prestan para desconocer la realidad del país, y
frustran expresiones que exigen el reconocimiento de la existencia de ese país
real, el de la pobreza, el de los muertos, y el de las víctimas de una guerra
infame que se quiere mantener a toda costa porque da mucho dinero, da votos y
sirve de desahogo para los habitantes de este país adicto a la sangre y al
sufrimiento del otro.
Fue
histórica la jornada del 10 de septiembre. Sin un tomate, sin un grito, sin una
grosería… el discurso neopopulista de la guerra se alejó de unos argumentos y
de unas imágenes que lo pondrían en evidencia, mínimo frente a los expositores.
Por cuestiones del azar o de la divinidad, al frente de la Alcaldía, a la
izquierda de la estatua de Bolívar, un grupo de estudiantes diseñó la Comuna
13, y en seguida La Escombrera. Uribe habría tenido que hablar a la comunidad,
y a mis estudiantes, al lado de La Escombrera. Uribe habría tenido que entrar a
nuestra aula-museo y nos hubiera dado una clase espectacular sobre por qué él
ha sido lo mejor que le ha podido suceder a nuestro país, como sostienen muchos
colombianos. Lo curioso es que nosotros lo hubiéramos escuchado en silencio y
con respeto. Y en verdad esperábamos que nos hubiera escuchado (las imágenes de
la jornada se encuentran en http://mnemosinesantoto.blogspot.com.co/p/videos.html)
Creo que un
buen porcentaje de mis estudiantes se van del colegio con una visión del
concepto de ciudadanía muy distinto al del simulacro discursivo, que asume al
ciudadano como un sujeto obediente y que niega el pensamiento. Y estoy seguro que más de un habitante de la ciudad de Duitama reconoce ese esfuerzo. Y esto es algo que debe resaltarse: En los buzones que pusimos para que los visitantes a nuestro museo sobre el conflicto dejaran sus observaciones, encontramos cientos de mensajes de felicitación, de tristeza, de solidaridad y de apoyo a nuestro proyecto. Incluso muchas personas que han vivido la violencia se acercaron a contarnos sus historias. Se sumaron a nuestra iniciativa varios estudiantes de la UPTC, y estudiantes de algunos colegios de la ciudad. También se vinculó el trovador Jazz Arenas, ya amigo de la casa, quien le puso banda sonora a la jornada mientras nos quitaban el sonido.
En las emisoras hubo notas de protesta y de apoyo. Hubo peatones conscientes de
la necesidad de la comprensión de nuestra historia, de la necesidad de
resignificar el concepto de ciudadanía desde el arte, desde la palabra e
incluso desde la memoria. La conclusión es que en Colombia el concepto de
ciudadanía no puede escindirse de la memoria, ni de la responsabilidad con las
víctimas de nuestras guerras. La conclusión es que la indignación es una
herramienta para que el país real cuestione al país oficial, y una de las
formas más efectivas para combatir la simulación en la Escuela. Para terminar,
déjenme recordarles dos de las frases que mis estudiantes seleccionaron para
poner en los postes de la Memoria. Elemento simbólico porque el poste permite
la luz en la oscuridad, entonces ¿por qué no iluminar esta sombría realidad que
nos tocó vivir? La primera es tomada de “La canción de la bala” de Luis Tejada
y dice: “La bala es la polilla de la humanidad; como microbio tenaz roe y pudre
las entrañas de los hombres y convierte en polvo la carne”, y la segunda es una
de mis conclusiones a lo largo de ocho años de reflexión sobre el problema: “un
estudiante (y debe entenderse, un ciudadano), es aquel individuo con la
capacidad de indignarse y de llevar conciencia social a su comunidad”. Visiten
nuestro blog y si pueden comenten nuestros trabajos: www.mnemosinesantoto.blogspot.com
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