lunes, 25 de julio de 2016

HOMENAJE A UNA ABUELITA

La memoria resiste a la Historia oficial... y además Silvio 

tiene razón: "Los hombres sin historia son la historia"...

Gracias a Angélica Fonseca por presentarnos a la 

hermosa dama que resiste...


viernes, 1 de julio de 2016

LA SEÑORA DE LOS PERROS

LA SEÑORA DE LOS PERROS


Por Marian Stephanny Molano P.


La verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca”.

Henrich Heine


Doña Isabel
Detrás de cada persona hay una historia y detrás de cada historia  hay sentimientos que valen la pena contar.

Desde hace unos años por la ciudad de Sogamoso hay una señora que siempre camina algo jorobada; la mayor parte del tiempo camina en el Parque de la Villa. Cuando las personas miran a esta señora quizás se les ocurre que es una mujer indigente que nunca tuvo hijos o que quizás fue abandonada.

A esta mujer  siempre la acompañan  dos, tres o hasta más perros. Ella es de corta estatura y siempre luce un chal de color negro; cuando alguien se le acerca puede percibir que le acompaña una sonrisa mientras recibe algunas monedas.
Su nombre es Isabel Murcia:


Nació en el Tolima y tiene ya 65 años de edad; por extrañas razones llega a tierras boyacenses. Desde el año 1975 doña Isabel reside en Sogamoso, la ciudad del sol y del acero.

Esta mujer llega a Boyacá en busca de oportunidades y conoce en Tibasosa a un hombre que la enamoró; ella piensa que este hombre será con el que compartirá el resto de su vida, pero  lo que no sabe la señora Isabel es que con ese hombre llegarán insultos y agresiones  físicas y verbales.

Después de años de convivencia la señora Isabel  fue una víctima más del maltrato intrafamiliar; su esposo era de un genio terrible y siempre malhumorado llegaba a casa a desquitarse con ella. De este matrimonio nacieron dos hijas quienes tuvieron que presenciar cómo noche tras noche llegaba su padre con tragos en la cabeza a golpear a su madre, porque las cosas no se realizaban según las ordenes que estipulaba.

La señora Isabel después de tantos golpes y cicatrices en su cuerpo decide  abandonarlo, y se va para nunca más regresar.


Ella se fue para Bogotá a vivir con una prima quien intentaba buscarle un empleo: mientras, podía estar con sus hijas. Pasaron algunos meses y la situación no mejoraba para Isabel, aguantando hambre y frío en la ciudad capitalina. Una noche con un frío abismal y una neblina borrosa, Isabel  iba a cruzar la calle, cuando de pronto pasó una buseta y la arrolló por completo.

Lamentablemente este hecho marcó la vida de Isabel para siempre; cojearía desde entonces, y además quedaría con un problema en la columna que le generaría una joroba con la que se le dificulta caminar y estar recta.

Después de una larga recuperación, Isabel decide regresar a Boyacá no por su familia, sino porque unos amigos de Sogamoso le habían ofrecido empleo en una tiendita.  

Lo último que supo de su esposo fue que se volvió a casar y que a  sus hijas les dio el bachillerato en el colegio de Tibasosa; años después ellas se marcharon de la casa de su padre.

Isabel  se dedicó a atender una tiendita cerca de la Policía, donde todos los borrachitos van y cuentan sus historias tras  muchas cervezas.  Ella se alojaba en una piecita que sus amigos le habían conseguido.

Años después regresa el infortunio para Isabel; las deudas de sus amigos los obligan a cerrar la tienda; entonces Isabel se queda sin trabajo y sin dinero y con el tiempo sin amigos; morirán luego de un tiempo.

Así que ya Isabel  con cicatrices en su cuerpo, con el dolor y los golpes que  le dejaron los años se queda sola, sin conocer a nadie, sin familia, sin amigos, sin dinero. Esta mujer decide conseguir trabajo, pero por el problema en su columna y en su pierna, las personas la consideraban como una anciana inservible y no le brindaban ninguna oportunidad.

Es triste presenciar que por un problema físico o por cierta edad, no puedan bríndale trabajo a una mujer, imagino que piensan que puede estar enferma, o que por estar vieja no podría generar ingresos.

Así son muchas personas en este país. Pero por ahora me pregunto, ¿No debería existir una institución estatal que se encargue de este tipo de casos? ¿Por qué es natural para nosotros que haya personas que viven como los perros callejeros?

Obviamente no existe presencia estatal o doña Isabel no habitaría las calles. Se supone que los familiares tendrían que hacerse cargo, pero ¿Cuando no existen o han desaparecido para siempre y los han abandonado?

Para estos ancianos la calle es el único refugio, y los perros son la única compañía. Inundados de tristeza, agobiados por la ausencia y olvidados por la sociedad.

Mientras diferentes campañas políticas afirman: ¡Sogamoso piensa en grande! Me pregunto cómo una ciudad puede pensar en grande cuando en sus calles deambulan personas como Isabel Murcia.

Me imagino que lo que sigue en la historia de Isabel fue lógico. Ya no tenía a dónde ir ni un sitio en dónde quedarse para pasar la noche; así que la abrigaron la calle, el silencio y la soledad de Sogamoso.

Días, tardes y noches, Isabel con hambre, con dolor en sus huesos y articulaciones, vencida por todos los acontecimientos que tuvo que pasar, aun soportando el rechazo, se dio cuenta de que la única opción que tenía era vivir de la caridad, de la moneda que cualquier ciudadano decidía obsequiarle, del pedazo de pan que cualquier hombre de buen corazón podía darle.

En una de las muchas noches que la señora Isabel camina en las calles, recuerda que en casa de sus amigos había quedado un perro llamado Tony; ella fue a esa antigua casa y desde ese día ya no se sintió  sola porque Tony se convirtió en esa compañía que nunca tuvo. Tony hizo lo que ninguna de sus hijas había hecho con ella, no la dejó sola y estuvo acompañándola a todas partes donde iba, la defendía del mal que aqueja la noche y compartía con ella el pan que podía comprar con las pocas monedas que recibía.

Tony es un perro blanco de raza french poodle; obviamente es un perro de calle; en su pelaje se pueden observar  las condiciones en las que  vive; ya su pelaje no es blanco, es gris casi negro.

Su pelaje tiene una peculiaridad, todos los Sogamoseños cuando se refieren a Tony lo describen como el perro Rasta, porque parece que tuviera Dreadlocks como se utilizan en el Movimiento Rastafari.
  
Después aparece otro perro llamado “ Muñeco” que Isabell siempre veía en la calle; un día compartió con él la poca comida que tenía; después le daba huesos que conseguía en cualquier lado, y  Muñeco nunca se alejó de ella y logró convertirse en el mejor amigo de Tony.

Violeta
Fue así como a Isabel se le veía con dos perros que la acompañaban siempre.

Después apareció una perrita llamada Violeta que Isabel siempre consentía en la calle y siempre se la encontraba en el mismo lugar. Un día Violeta acompañó a Isabel  al lugar donde ella llega en las noches, una casita de adobe que está por derrumbarse y que siempre se inunda cuando llueve.

Pasó el tiempo e Isabel nunca volvió a ver a la perrita Violeta; sin embargo, luego de varios largos meses en una noche de fuerte aguacero, sintió que hacian ruido en la puerta y al verificar su causa, vio a Violeta; estaba empapada; Isabel la saludó y la dejó entrar.


Isabel y sus perros

Fue así como Violeta se unió al grupo de perros de Isabel; según comenta, Violeta es la única perrita que la acompaña pero es la más brava de todos los perros; siempre está ladrando e intentando morder a los que molestan a Isabel; ella cuenta esto con un gesto de risa.

Fue así como Isabel  consiguió a los tres perros que la acompañan a todas partes; sus hijas actualmente viven en Bogotá; algunas veces viajan a Sogamoso pero no le ayudan económicamente ni están pendientes de su salud.

En este momento Isabel comparte  una casita de adobe con una señora amiga de la calle y con el primo, el  señor Roberto que pide limosna en la salida de la Catedral.

Gracias a una señora de gran corazón la señora Isabel cuenta con Sisben, pero cuando siente dolor en su pierna o en su columna no tiene nadie quien  la lleve al hospital. Ella menciona que nunca algún representante de la Alcaldía se ha acercado a colaborarle.

Vive de lo que le dan en la calle y lo comparte todo con sus tres perros, Tony, Muñeco y Violeta.  Ella los ama profundamente; desde niña le gustaron los perros y siente que ellos son su única compañía y apoyo.



La señora Isabel sueña con tener una casita donde pueda refugiarse con sus perros; le da miedo que la lleven al ancianato porque ha escuchado que a los ancianos que llevan a ese lugar mueren a los cuatro meses de ser ingresados. Y cree que si  muere nadie cuidará a sus perros. 

Esta es la historia de la señora Isabel Murcia, una mujer que los últimos años de su vida ha estado en la calle, una mujer que vive de la caridad; que tiene una dolencia en la columna y en las piernas. Es fácil juzgar y criticar a alguien, pero lo que pocos saben es que la mayoría de personas de la calle no deciden esa vida; las circunstancias los obligan a vivir así. 

Así que si usted visita o vive en Sogamoso  y escucha los gritos de una señora diciendo: Toooooooony, Muñecooooo, Vioooooletaaa, vengaaaaaan! No olvide que ella es Isabel Murcia, una mujer que a pesar de todo no es desdichada, que le pide a Dios por una casita; que le gusta caminar para sentirse acompañada; que sus más fieles amigos son sus perros y que amablemente le regalará una sonrisa y si usted decide también le contara su historia.

Isabel le dice a Muñeco que pose para la fotografía mientras Tony intenta ocultarse.



miércoles, 29 de junio de 2016

UNA HISTORIA CONTADA A BASE DE BETÚN

UNA HISTORIA CONTADA A BASE DE BETÚN

Por Laura Alexandra Amado Pinto

“Nada está perdido si se tiene el valor
 De proclamar que todo está perdido
y hay que empezar de nuevo”

Julio Cortázar


Fotografía de Fabian Muñoz
10:30 am; sentada en un sillón improvisado; bastante viejo pero cómodo; un sillón frecuentado por aquellos caminantes inconformes con el brillo de sus zapatos; caminantes con ansias de conseguir un lustrado perfecto.

Duitama, la perla de Boyacá, es una ciudad reconocida por su cultura, su historia y su gente; seres luchadores y echados para adelante quienes a pesar de un mal día, un mal sueño o una vida un poco complicada, son felices.

Almas andantes deambulan por esta ciudad siempre buscando cómo sobrevivir; almas trabajadoras y emprendedoras que aunque no corran con la misma suerte que los demás, jamás pierden las ganas de vivir.

Ojos despiertos y una sonrisa siempre presente, rasgos con los que Hernando Sierra, más conocido como el Serpa se dirige a su trabajo; es alguien, que como bien lo dice él… “ha pasado por las duras y las maduras”; sin embargo es completamente feliz… o eso dice con sus manos cansadas de tocar aquel cepillo lustrador, compañero en días de lluvia como estos.

El humo de los carros y la gente con sobrecargas que empujan con rapidez a los peatones, hacen que sea irrepetible cada día de trabajo para el Serpa; sus 13 ex-esposas y sus 16 hijos (8 de ellos hombres), logran convencerlo de que es uno de los hombres más queridos de la perla. Con una sonrisa un poco traviesa hace memoria de aquella mujer que casi lo mata dándole unos cuantos disparos en el abdomen por razones de amoríos.

Cuenta su historia con voz firme y su mirada refleja toda la aventura y el desenfreno que comienza en su pueblo natal, Barbosa –Santander, un lugar  maravilloso, con gente cálida y trabajadora. El Serpa recuerda cada una de las calles por donde corría cuando era solo un niño.

Fotografía de Fabian Muñoz
Su padre, un tinterillo y su madre adoptiva, una mujer luchadora; ellos   jamás lo dejaron solo. Yo pienso que esa sonrisa con que los evoca, son rastros de esperanza, de fe en sus recuerdos.

Ellos le enseñaron que un hombre tenía que ser una persona honesta, y que en cierto sentido era preferible resignarse a que cuando no se tiene no se tiene y ya; sin embargo sus recuerdos se entretejen con historias que se adentran en los terrenos de la ficción (o eso quiero pensar), cuando cuenta cosas de la mafia y de un tal Gumercindo, ficha de confianza de Pablo Escobar, del Gacha y de otros narcotraficantes.

Resulta interesante la conversación que parte de los valores que le inculcan los padres, el paso (ficcional (¿?) por la mafia), y esa determinación con la que afirma que jamás robó ni mató a nadie, porque según él decía: “Si usted cree que no soy un hombre correcto y honesto, entonces dispáreme”.

Entonces el Serpa resulta ser Gumercindo, un hombre que ha tenido más de una docena de esposas, y que ahora es conductor y mensajero de aquellos personajes, con quienes acumuló una fortuna que derrochó de manera desenfrenada. Por supuesto su familia nunca supo nada.

Gumercindo cuenta, que no solo servía a aquellos narcotraficantes sino que también era colaborador el grupo MAS, que como él lo explica significaba “muerte a secuestradores”. Gumercindo con mirada baja frota sus manos para obtener un poco de calor, y cuenta que en alguno de esos años, en un mes, en un día, se extravió un cargamento de droga, ¿Dónde? No se sabía.

El problema fue que por las paredes y por los pasillos se decía que Gumercindo era el culpable; así entonces la vida se volvió un desastre; ahora temía por su existencia. Esto fue un polo a tierra, un baldadito de agua fría, entonces decidió conseguir un trabajo para comenzar una vida ganada a lo justo. El Serpa, o Gumercindo o don Hernando narra que esa experiencia, una de las más duras de su vida, cuando el descontrol por el dinero, las drogas y el alcohol, casi lo matan.

Hernando cuenta los detalles de su vida con plena confianza y seguridad, intentando dejar bien claras cada una de sus narraciones. Sus palabras,  cargadas de emoción o frustración, fluyen como aquel humo que sobresalía de las calles que lo criaron cuando llovía.

En ese preciso momento, Gumercindo se levanta de su puesto y va a encontrarse con un viejo amigo quien conducía una camioneta negra. Ellos allá hablando y yo quiero preguntarle por las razones que lo empujaron a quedarse aquí en Duitama. Si seguía su historia ¿Qué sucedió luego? ¿Por qué ahora se desempeñaba como lustrador de zapatos? “Que Dios lo guarde” dice Gumercindo. ¿Creía en Dios aún? Y regresa a sentarse en esa silla maltratada por los años, y me va dejando sin palabras, porque sin que yo le dijera lo que pensaba preguntarle, él me afirma que jamás duda de aquel ser que todo lo ve, Dios; sin embargo agrega que aunque no es cien por ciento católico jamás pensaría en alejarse de él, pues dice con voz fresca y orgullosa, que junto a su familia, Dios es lo primero.

En lo que dura la conversación, que a estas alturas es el mismo tiempo que demora una lustrada, el Serpa cuenta que llega a esta ciudad por un velorio; y que ahora es su segundo hogar. Agrega que vivió tres años muy duros entre la miseria, el hambre y la bebida que lo consumían mientras destruían a su familia.

Aquí sentada veo pasar a la gente cargada de sueños y problemas, frustraciones y esperanzas. Y seguramente ni se han dado cuenta que el Serpa es un hombre feliz con su trabajo, a pesar de que la lluvia cause que la productividad de su negocio disminuya. Agrega que siempre confía en que su gente jamás lo va a dejar morir.

El trabajo en Colombia es quizás una de las problemáticas más grandes que nos inquietan. Siempre nos preguntamos ¿Dónde trabajaremos? ¿Qué pasará con nuestra existencia ? Hernando responde de manera tranquila: “Esperemos a ver qué nos trae la vida, lo único que le pido a mi Dios es que me de salud, pa’ vivir treinta años más”.

Si Hernando Sierra dice la verdad, pasó de tener demasiado dinero a tener lo necesario para vivir en una pieza de hotel con su esposa y sus hijos. Sus manos, en apariencia cansadas, dan a conocer una valiente y poco reconocida labor, esa que le permite, en ocasiones conseguir lo necesario para su tan deseado sancocho de gallina.

El Serpa, con sus dificultades de salud como la gastritis y la úlcera, sus sesenta años y un trabajo muy complicado, es feliz y orgulloso debido a que en aquella ajada pero cómoda silla, se han sentado para una lustrada de zapatos, personalidades políticas como: Horacio Serpa, Fabio Bustos, Osman Roa, Luis Eduardo Rodríguez y Juan Carlos Granados, este último que según él, ha sido el más generoso debido a esos cincuenta y seis mil pesitos que le pagó alguna vez.

Hernando Sierra, Gumercindo o el Serpa, resume su vida como una historia a punta de sangre y de betún, un relato que no muchas veces cuenta, pero que todos los días recuerda.






















domingo, 12 de junio de 2016

CARTA DE NAGASAKI


CARTA DE NAGASAKI

Nagasaki, 1945
Por Takashi Nagai

Tomado de Antología de El Correo. 40º aniversario de la Unesco. 1986.

Tomado de
http://www.nippon.com/es/features/c02301/

INMEDIATAMENTE después de la explosión de la bomba, los que aun podían moverse formaron dos grupos: el de los que se quedaron allí donde los había sorprendido la deflagración y el de los emprendieron al punto la huida.

Quienes se quedaron, bien fuera para acudir en socorro de los amigos heridos o para tratar de salvar su piso, su oficina o su fábrica, se vieron rápidamente rodeados por las llamas y perecieron junto con aquellos a quienes querían salvar.

Al aproximarse las llamas, nosotros nos refugiamos en la colina que se eleva cerca de nuestro hospital, y así fue como, por milagro, mis vecinos y yo pudimos escapar de la muerte…

Al huir hacia la colina, era como si nos abriéramos camino a través de una jungla incandescente. Altísimas llamas silbaban en torno nuestro: se elevaban por encima de nuestras cabezas, oscilaban y cambiaban de dirección con el viento, haciendo que una lluvia de chispas cayera sobre nosotros.

Acá y acullá encontrábamos estudiantes y enfermeras caídos. Los recogíamos y los trasladábamos un poco más arriba, donde el fuego no podía ya alcanzarlos.

Yo estaba herido en la sien derecha y perdía mucha sangre. Al final no pude más y me derrumbé. Durante unos instantes perdí el conocimiento. Cuando volví en mí, me vi tumbado en la hierba. El profesor Shirade, de la sección de cirugía, me curó la herida y la cosió lo mejor que pudo. Cuando volví en mí, me vi tumbado en la hierba, bajo el agitado torbellino de la nube atómica. La herida me dolía horriblemente; tuve que apretar los dientes para poder soportarlo. Pensé luego en mi mujer y me dije que, de estar aún con vida, se me habría unido.

Al día siguiente, desde la colina situada detrás de la clínica pude ver las ruinas de mi casa. De Urakami sólo quedaba un montón de cenizas blancas. Bajo la clara luz de la mañana no se percibía el menor movimiento.

Para nosotros la bomba atómica fue algo perfectamente imprevisible. En el momento de la explosión me encontraba en la sala del radio. En ese preciso instante tuve la clarísima impresión de que no sólo el presente se volatilizaba sino también de que el pasado quedaba abolido para siempre y el futuro totalmente destruido.

Mi querida facultad, con todos sus estudiantes por los que yo sentía tan vivo afecto, desapareció en medio de las llamas, ante mis ojos, en pocos segundos.

Mi mujer no era más que un montoncito de huesos carbonizados que fui recogiendo uno a uno entre las ruinas de la casa. Todos juntos no pesaban más que un simple paquete postal. La muerte le sobrevino en la cocina.

En lo que a mí respecta, a la larga enfermedad que me produjeron mis investigaciones sobre los rayos X se ha añadido ahora la enfermedad atómica en su forma más aguda, lo que, unido a mi herida en el costado derecho, me ha dejado reducido al estado de inválido.

Sólo pensar en el número considerable de personas afectadas por la enfermedad atómica, en los síntomas sobremanera variados del mal y en los fallecimientos que se sucedían unos tras otros era para mí una auténtica tortura; buena parte de mi tiempo lo pasaba trazando planes para poner remedio a tan terribles males.

Nunca antes había sentido tan dolorosamente mi vocación de hombre de ciencia. Apoyándome en un bastón, con el cuerpo cubierto de heridas que entorpecían mis movimientos, me puse, a costa de grandes esfuerzos, a escalar montañas y a atravesar ríos durante dos meses, para visitar a mis pacientes. Al final tuve yo también un violento ataque de la enfermedad atómica y hube de renunciar a toda actividad profesional.

Ahora tengo ya que pedir a los demás que me pasen una a una las hojas de este manuscrito. Ni siquiera me quedan fuerzas para examinar algo al microscopio. Es una suerte que el objeto de mis investigaciones lo lleve en mi propio cuerpo.

El mundo entero sufrió un gran choque cuando en Hiroshima y Nagasaki estallaron las primeras bombas atómicas.

Creo incluso que para quienes sólo de oídas conocieron el bombardeo el choque fue aún más violento que para los que nos vimos directamente expuestos a sus consecuencias.

De golpe, sin estar ni mucho menos preparados para ello, la gente se enteraba de que era posible reducir a cenizas en un abrir y cerrar de ojos una gran ciudad. Tal perspectiva tenía que suscitar en todos un gran espanto.

Si en el futuro semejante arma se utilizara en gran escala, la raza humana y la civilización se verían condenadas a desaparecer.

Por otro lado, los que habíamos sufrido directamente el bombardeo no teníamos la más ligera idea de qué podía ser una bomba atómica. Tampoco yo había pensado un solo instante que esa bomba representara algo tan insólito y terrible, y ello a pesar de que hube de sufrir la tremenda explosión bajo el hongo atómico.

Para mí se trataba de una superbomba o de algo por el estilo. Sólo cuando el hongo se hubo ensanchado para finalmente disiparse, dejando pasar de nuevo la luz, y cuando la claridad fue suficiente para poder ver algo, me dije mientras miraba en torno mío: «Es el fin del mundo».


El mundo entero gritó: «La bomba atómica no debe utilizarse nunca más.» Y, sin embargo, me entero de que a la bomba no se la considera tan terrible ni tan inutilizable: «A una ciudad no se la destruye nunca completamente… Siempre hay supervivientes… Con el tiempo la radioactividad desaparece… Se trata sólo de un arma nueva más eficaz que las utilizadas hasta ahora.» Más eficaz… ¿Qué saben quiénes así hablan?

Para saber más puedes visitar: http://www.nippon.com/es/features/c02301/ 

domingo, 7 de febrero de 2016

MNEMOSINE QUEBEC: PLEBISCITO POR LA PAZ


Imagen de Mnemósine. Diseñada por el Maestro Neil Avella
MNEMÓSINE QUEBEC

PLEBISCITO POR LA PAZ[1]


La paz no es que resuelva los problemas
sino que los hace visibles
Diana Uribe

Lo más importante que está pasando en América Latina
es la tentativa de construir la paz en Colombia

José “Pepe” Mujica
 (Expresidente de Uruguay)

1.      Palabras liminares

Desde nuestra bella y humilde Escuela llamada Quebrada de Becerras (Quebec) ubicada en el área rural de Duitama, les proponemos un reto. Ojala llegue a oídos receptivos que sepan asumirlo, y que encuentren la manera de taladrar la rutina o la indiferencia o la pereza, y encauzar la importancia del Saber que debe formar a los ciudadanos del mañana.

Somos conscientes de que en términos legales el concepto de ciudadanía se ejerce cuando se cumplen los 18 años de edad; sin embargo se tiene que aceptar que si bien la ciudadanía es producto de un saber que se ejerce desde esa edad, se origina en los procesos educativos y culturales que el niño recibe en su núcleo familiar y que deben ser potenciados en la Escuela.

La Escuela es un espacio de construcción de sentido en el que los niños se forman como seres autónomos en un escenario político que lo valora como ser humano y como futuro ciudadano; es un escenario que le señala al estudiante una función primordial, que consiste en defender los valores democráticos en los que puede realizarse como individuo. Ahora, en un país en guerra, es lógico que la Escuela se asuma como un espacio de reflexión sobre el conflicto, en el que se proponen ejercicios didácticos y pedagógicos en torno a lo que significa valorar la vida y los DDHH.

Por estas y otras razones, en el Centro educativo Quebrada de Becerras (Quebec), de la ciudad de Duitama, se ha elaborado un proyecto transversal que busca que la Escuela reflexione sobre las causas y los efectos del conflicto armado interno en Colombia. Una de las primeras actividades de nuestro proyecto es la realización de un plebiscito por la paz, que en nuestra institución se desarrollará en el marco de las elecciones en las que se elegirá a los representantes de nuestro Gobierno Escolar, pero que en otros planteles podría realizarse en el mes de marzo.

En la coyuntura actual (diálogos de paz), llegar a dimensionar el potencial de esta sencilla actividad, podría permitir una reflexión sobre lo que significa la paz en los entornos familiares y escolares de nuestros estudiantes. Y si a esto le sumamos la tesis de que el cambio se hace poco a poco, a lo mejor podamos, poco a poco, lograr cuestionar el afán de guerra y de muerte que ya se ha naturalizado en millones de colombianos que ven la paz como un espejismo demasiado superfluo frente a las primitivas posibilidades de la guerra, que le permiten a los violentos lucrarse de los numerosos negocios de la muerte. 

Nuestra Escuela quiere compartir con las demás Escuelas y Colegios de Duitama, Boyacá y el país, esta sencilla iniciativa. En el marco de la elección del Gobierno Escolar proponemos realizar nuestro plebiscito por la paz. Se trata de un ejercicio didáctico y pedagógico que se propone como ejemplo para el resto de la sociedad. La escuela no sirve de nada si no intentamos llevar el saber a la calle; esa ha sido una de las conclusiones de nuestro proyecto Mnemosine (la Diosa de la memoria), que ha buscado diseñar y desarrollar actividades que le permitan a los estudiantes asumir autonomía luego de procesos de elucubración de sentido sobre lo que significa educarse en un país con tantos problemas como el nuestro, pero a la vez, un país con un futuro con mucho potencial, si logra sobrevivir al presente.

Hacemos un llamado a la Ministra de Educación y demás funcionarios del Ministerio, Gobernadores, Alcaldes, Concejales, Funcionarios de las Secretarías de Educación, Directivos, Rectores, Directores, Coordinadores, Maestros, Padres de familia, Estudiantes, Bibliotecarios, periodistas, etc., para que propongan esta iniciativa en los planteles educativos, lideren el proceso y lo lleven a cabo, según las alternativas que presente cada establecimiento escolar.

Les ofrecemos esa idea y a cambio, les pedimos que nos envíen un par de evidencias de estos procesos: una fotografía y un texto anexo (un par de párrafos)  en los que nos cuenten las actividades realizadas, las analicen y nos cuenten los respectivos resultados. Esta información la utilizaremos para elaborar un artículo y presentarlo a la comunidad educativa. El correo es losabajofirmantes@gmail.com   

Desde nuestra humilde Escuela, ubicada en el área rural de Duitama, les proponemos este reto. Ojala llegue a oídos receptivos que sepan asumirlo, y que encuentren la manera de taladrar la rutina o la pereza o la indiferencia, y encauzar la importancia de la Educación que existe para formar ciudadanos democráticos que sepan ejercer la ciudadanía cuando les llegue el momento. A veces el momento ocurre antes de los 18 años de edad, y eso señoras y señores, es lo que se llama pedagogía.

2.      Justificación
UN VOTO POR LA PAZ

Un voto por la paz es una lección que se da a los adictos a la guerra, a quienes se niegan a comprender que la historia de un país debería estar por encima de las armas y de la muerte. Entre ellos están los movimientos guerrilleros y paramilitares, y los políticos que están de acuerdo con sus actuaciones. Entre ellos están los militares que han equivocado el uso legítimo de la fuerza con la posibilidad de garantizar sus intereses personales por encima de la vida de los pobres, quienes por lo general son los que tienen que poner el pecho en esta guerra. Entre ellos están las personas que repiten discursos que promulgan la violencia sin que se hayan detenido a pensar en las razones que motivan estos discursos, que por lo general se relacionan con intereses económicos personales.  

Un voto por la paz es un llamado a la lucidez, al pensamiento, a la capacidad de los hombres para dialogar. Es una oportunidad de detener las balas para conversar sobre los efectos de la catástrofe y del hartazgo que nos produce tanta muerte. La paz es una oportunidad para la complejidad y la belleza de lo que significan nuestras creencias religiosas: amar a los enemigos: respetar y valorar la oportunidad de su existencia. Reconocernos en el enemigo, humanizarnos a través de él. Utilizar nuestra capacidad de odiar para descubrir que somos capaces de sobreponernos a esa emoción que llama a la muerte y que nos desgasta poco a poco, como individuos y como país.

Un voto por la paz es escuchar el susurro de la historia y del desarraigo; es pensar en lo que han tenido que soportar nuestros abuelos y nuestros padres, y sus abuelos y sus padres, y nuestros hijos y sus hijos; ya es hora de que nuestros nietos tengan la posibilidad de despojarse de esa carga atroz de lo que significa la venganza. Es la oportunidad de que los que han visto la guerra a través de la pantalla, piensen un poco en los que la han tenido que vivir en carne propia, algunos de ellos tan golpeados que fueron contagiados por ese impulso de la guerra de sobrevivir para contagiar con el odio y la venganza, a los que quedan vivos.

Un voto por la paz es la posibilidad de que los gobernantes comprendan lo que sucede cuando las personas a quienes gobiernan, se ponen a pensar, porque proponemos que los altos presupuestos para la guerra pueden dedicarse a solucionar los problemas que impiden que haya paz, y que son el incendio aparente de la guerra: es una exigencia de que al fin comiencen a cumplirse los dictámenes del Estado Social de Derecho; es una exigencia para que se reconozca la dignidad de las personas; es la gran oportunidad de desandar y retomar otros caminos que nos permitan ser la gran nación que estábamos destinados a ser.

3.      A propósito de un marco legal:

Un país culto y educado no tendría por qué consultarse si prefiere la paz o la guerra; por tanto  validamos para nuestro ejercicio didáctico, otra de las acepciones de la palabra plebiscito, cuando refiere que es un apoyo masivo de un pueblo a una causa, aunque de la mano vaya el término jurídico, que en Colombia se asume como un mecanismo de participación ciudadana.

El artículo 40 de la Constitución de 1991 refiere el derecho que tiene todo ciudadano de participar en los asuntos políticos del país, y una de las formas de participar es a través del plebiscito que se encuentra cobijado en el artículo 103 de la Constitución de 1991, como parte de otros mecanismos de participación.

La Ley 134 de 1994 reglamenta estos mecanismos y  “establece las normas fundamentales por las que se regirá la participación democrática de las organizaciones civiles”. Esta ley en su artículo 7 señala que “el plebiscito es el pronunciamiento del pueblo convocado por el Presidente de la República, mediante el cual apoya o rechaza una determinada decisión del Ejecutivo”.

Sin embargo esta ley también señala que el plebiscito no se debe hacer a la par de otro tipo de elecciones. Interpretamos este dictamen de la ley en el sentido en el que debido a la politiquería, podrían utilizarse dignas expectativas populares para hacer proselitismo político barato; sin embargo en la Escuela no se presentan esas prácticas enquistadas de la política tradicional, y por tanto se enaltece la importancia de la elección del Gobierno Escolar con una iniciativa juvenil que refresque la posibilidad del sufragio, y a la vez sirva de lección para las generaciones de la guerra que parecieran no querer vivir de otra manera. 

La ley 1622 del 2013 establece las disposiciones para la consolidación de la ciudadanía juvenil, y garantiza su ejercicio pleno en todos los ámbitos. Esta ley reconoce el liderazgo de los jóvenes en el desarrollo de nuestro país. En el artículo 3 esta ley señala que se debe “Garantizar la participación, concertación e incidencia de las y los jóvenes sobre decisiones que los afectan en los ámbitos social, económico, político, cultural y ambiental de la Nación”, y la ley no se puede quedar solo en el papel, se la debe asumir como una vivencia cotidiana para que aprendamos a respetarla y valorarla. Esta es una de las formas que tiene la Escuela de acercar al niño al concepto de Democracia Participativa. 

En su artículo 4 la ley establece que se debe “Posibilitar y propender el desarrollo de las capacidades, competencias individuales y colectivas desde el ejercicio de derechos y deberes orientados a la construcción de lo público”, y pensamos que uno de los bienes públicos que fortalece el concepto de democracia participativa, es la posibilidad de la Paz.

4.      Metodología:

Cada Plantel educativo es libre de desarrollar la iniciativa, pero imaginamos la elaboración de una activa campaña que apoye la paz frente a los discursos que apoyan a la guerra. Carteles, iniciativas musicales, artísticas, filosóficas, etc., que nos eduquen en la necesidad de comprender el sentido de la paz como soporte de una sociedad democrática que debe proponer un digno proyecto de nación.

Sin embargo estas ideas se refrendarán a través de un voto que se depositará en una urna o que se seleccionará en una pantalla porque en muchos colegios las elecciones se hacen ya de manera electrónica.

Nuestro objetivo entonces no es elaborar un tarjetón en el que se plantee la pregunta de si validamos o no los acuerdos que se logren durante los diálogos entre las FARC y el Gobierno, en La Habana… Pensamos que nuestra pregunta debe girar en torno  a la necesidad de reflexionar en las Escuelas de una manera transversal, interdisciplinaria y democrática, sobre las implicaciones de la guerra y las posibilidades de la paz. La pregunta que proponemos es un ejercicio didáctico que busca impactar en la visión de mundo de las comunidades educativas, y se planteará con la idea de que los resultados sean un mandato para todos los frentes en conflicto:

¿Está de acuerdo en ordenarle a todos los políticos, y a todos los frentes de violencia que tiene nuestro país, que cesen las hostilidades y los enfrentamientos, y se sienten a dialogar hasta que logren llegar a acuerdos que nos permitan vivir en paz?

SI      NO


Estamos de acuerdo con Diana Uribe en que la paz permitiría que comenzáramos a ver los demás problemas que tiene nuestro país, y esto es grandioso porque podríamos al fin, empezar a resolverlos, y esto quizás nos permita con el tiempo, construir una nación digna y moderna.

Esperamos que cada plantel nos envíe un par de evidencias sobre el proceso para poder ofrecer a la comunidad política y académica un balance de esta iniciativa.

Es hora de hacer un alto en la Escuela. Cada uno de los maestros debe pensar en la coyuntura histórica de lo que implican los diálogos de paz. Es hora de recordarnos una vez más las implicaciones que tiene nuestra función social y política. Debemos educar y proponer Saber para lograr un país digno y en paz. Nuestra función consiste en hacerle resistencia al discurso de la muerte. En Colombia esa es parte de la magia de la pedagogía: proponer que pensar es irse en contra de la naturalización de la guerra. Los maestros somos la resistencia a todos los procesos que violentan la dignidad y la democracia. Visite nuestro blog: www.mnemosinesantoto.blogspot.com    

Algunos referentes bibliográficos que podrían utilizar los docentes:
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Gamboa Santiago (2014). La guerra y la paz. Debate: Bogotá. Es un bello ensayo sobre una provocación de Tolstoi.
-          García Ángel Antonio (2015). Breviario de la paz. Bogotá: IDARTES. Una de esas joyas publicadas como parte de Libro al viento.
-          Pacifista: un manifiesto contra la guerra. www. Pacifista.co Recomiendo los documentales sobre la relación del Arte y la Violencia.
-          Artículo 22 de la Constitución de 1991.  Es el epígrafe de toda iniciativa que busque hacerle comprender a los colombianos que merecemos un país en paz para luego ponernos a construir un país digno.
-          http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/ Todos los informes del CNMH permiten la sensibilización. A este respecto se puede comenzar por el informe BASTA YA! A la par del documental NO HUBO TIEMPO PARA LA TRISTEZA.
-          https://www.youtube.com/watch?v=_xJN_eKq0Ow es una entrevista a la historiadora Diana Uribe en la que expone sus opiniones sobre procesos de paz.
-          http://mnemosinesantoto.blogspot.com.co/2015/11/antes-de-arrancarlo-lealo.html Es la conclusión de un maestro sobre parte de un proyecto didáctico que buscaba reflexionar sobre la relación de la memoria y la ciudadanía.
-          Toda bala es perdida Es un álbum de César López que vale la pena escuchar. Recomiendo especialmente la canción Los helicópteros: https://www.youtube.com/watch?v=7-spdO_PKsE


















[1] Idea producto del desarrollo de los proyectos de creación adelantados dentro del semillero de creación en Ciencias sociales MNEMÓSINE, que comienza su etapa de realización en el Colegio QUEBEC de la ciudad de Duitama (Boyacá) dirigido por el profesor MIYER FERNANDO PINEDA.