martes, 11 de noviembre de 2014

LA EXTINCIÓN DE LA MEMORIA


Por Cristian Joaquín Botía Romero


Me propuse hacer un recuento de las casas antiguas de la ciudad que ya han desaparecido y que desaparecerán debido a múltiples razones. Muchas de ellas fueron fabricadas con barro, y se constituyen en parte de la memoria desaparecida de la ciudad.

Para su realización hicimos entrevistas a algunos de los propietarios de estas viviendas, y recorrimos la ciudad cartografiando su ubicación y fotografiando las casas.

La ciudad de Duitama los últimos años ha estado derrumbando las casas antiguas dando paso a la modernización sin pensar que estas viviendas están hechas con barro, caña brava, tamo y agua y que por lo tanto son la verdadera memoria de la ciudad en el sentido en que son vestigio de épocas pasadas.

Pensamos que estas casas son de mucho valor histórico para la ciudad y que además debería exigirse por lo menos una foto antes de ser derrumbadas; así podríamos hacer la memoria de la ciudad.




Una de las entrevistas se la hicimos a don Josué Martínez quien  cuenta que su casa que queda en la dirección Cra 20-11-15, fue construida aproximadamente hace 72 años, y varias veces se la arrendó a familias humildes sin problemas, pero los dueños actuales dicen que es muy incómoda por el frío y la humedad acumulada, por lo cual las condiciones  de vida son muy difíciles de llevar  y por estos motivos se hace necesaria la opción de venderla para situarse en un mejor lugar; lamentablemente será otra casa antigua que desaparecerá.


Otra propiedad que está a punto de desaparecer es la antigua casa que queda en la cra 9 con 11 que perteneció a don Juan Pablo Higuera pero que ahora pasó a manos de su hija como herencia; ella nos contó que la casa es ya una estructura demasiado dañada por lo cual no sabe qué hacer pues quisiera mantenerla por respeto a su padre pero que el arreglo es demasiado costoso.

Es importante que los integrantes de Duitama conozcan la importancia de su legado; incluso no es mala idea poner a pensar a la gente sobre el significado de lo que se conoce como patrimonio histórico,  y a partir de ahí relacionar el concepto con lo que se llama civismo, que se pregona pero que a veces no se aplica. Como ciudadanos tendríamos que generar alternativas de colaboración que permitan hacer entender a la comunidad la importancia de nuestro patrimonio, porque nadie puede defender lo que no conoce.

Otra casa que está en el olvido es una antigua casona que desapareció en el barrio San Juan Bosco y que fue derrumbada para construir una antena de recepción celular, que de todas maneras no se construyó debido a la presión de la comunidad.  

No encontramos ninguna fotografía de la casa, sin embargo queda en la memoria de las personas vecinas del sector.  Esta casa fue construida con un molde especial que tenía 15 cm de ancho, 25 cm de largo y 6 cm de fondo. Así fue construida  la casa de doña Lucrecia Torres. Fue levantada sobre seis pilares que tenían la función de soportar la casa por un costado. La casa tenía  estufa de carbón, 4 piezas de 4x4 metros cuadrados, una huerta, un patio, y un pozo de agua. Muchas de estas casas no contaban con agua potable, y no tenían servicio de alcantarillado. Incluso muchas eran muy húmedas.  

Otra casa antigua está en el sector de San Juan Bosco que queda en la cra 22 – con 88 y fue derrumbada totalmente para poder construir un edificio de apartamentos.

Debemos tener en cuenta los recuerdos que traen estas casas para las personas mayores, ya que ellos vivieron en ellas toda su vida. En estas casas y en estos lugares tienen todos sus recuerdos de infancia y juventud; toda su vida se ve frustrada al ver cómo lo que ellos consideran parte de sí mismos pronto pasará a ser un montón de escombros.


Buscando la definición de Patrimonio cultural para poderla compartir con ustedes, encontré la siguiente: “El patrimonio cultural es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la que esta vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras”. Sé que es complejo el problema de pensar que estas casas antiguas hacen parte de nuestro patrimonio, sin embargo ver cómo las derrumban sin que exista al menos una fotografía hace que el problema de transmitir algo a las futuras generaciones como señala el concepto, sea discutible.

Las casas coloniales o de barro son el mejor recuerdo que tenemos de una sociedad sana, llena de pequeños detalles y con corazón, con ganas de salir adelante, de trabajar por lo que se quiere y demostrar que los sueños de tener algo propio y luchar por lo nuestro, sí vale la pena y tiene la mejor recompensa que es el amor y el recuerdo de lo propio.

Podemos concluir que con este trabajo pedimos  recordar  las casa antiguas de barro como una forma visual de recordar una Duitama antigua y de mantenernos en equilibrio con nuestro pasado. Ahora, debo agregar que las fotografías las tomé con mi celular… y que he ubicado en el mapa de mi proyecto casi 150 casas…

















lunes, 10 de noviembre de 2014

MI ABUELO UNO DE ESOS MUCHOS HÉROES Y SIN EMBARGO UN ANCIANO MÁS


 Para Martín David Rincón

Por Jhon Sebastian Suarez Rincón





Un anciano olvidado es como un libro viejo sin leer. Por eso quiero contar algunos rasgos de la vida de mi abuelo. Una persona que tuvo que salir del campo para enfrentarse con la ciudad, una gran mole que para una persona que viene del campo es más difícil de llevar; también narro parte de su vida y todo lo que tuvo que pasar aunque hoy en día él no se acuerde de lo que hizo el día anterior y así vaya a suceder por el resto de sus días.


El 5 de julio de 1949 nació mi abuelo Martin David Rincón en el pequeño pueblo de Santa Rosa de Viterbo; sus padres se llamaban Rosendo Rincón y Evangelina Rincón y tuvo que vivir con 7 hermanos. Todos  dormían en una sola pieza; solo cursó hasta segundo de primaria en una escuela de Santa Rosa de Viterbo.

Santa Rosa es un pequeño pueblo muy tranquilo con su iglesia y su parque. Cuando mi abuelo era un niño, el parque estaba rodeado de casas de adobe y barro.

En ese entonces las personas no tenían Facebook ni existían los teléfonos inteligentes que hoy en día nos facilitan nuestra vida diaria; no todos los niños tenían la posibilidad de estudiar por falta de recursos. Esto es curioso porque hoy en día cuando el estudio es gratis lo único que hacen los jóvenes es meterse en su celular a chatear porque eso es lo único que les gusta leer.

Mi abuelo es un hombre que no tuvo la posibilidad de estudiar por falta de recursos. A sus doce años tuvo que dejar su niñez atrás y comenzar a enfrentarse a un mundo lleno de obstáculos; dejando su hogar y a sus padres  aprendió que solo luchando y trabajando podría llegar a ser alguien en la vida.

Debido a su corta edad pudo trabajar como ayudante de un camión vendiendo comida en diferentes ciudades como Duitama, Tunja y Bucaramanga.

Mi abuelo fue una persona que logró encontrar su propia forma de trabajo; y yo creo que se trata de un arte mítico, eso digo yo, porque no creo que esto se vea  frecuentemente en la sociedad; para sacar a su familia adelante se desempeñó como comerciante y conductor de su propio camión con el cual llevaba mercancía (cotiza) a diferentes lugares de Arauca y el Tolima; con este trabajo logró comprar su casa, y darle educación a su hija, algo que a él no le dieron

Cuando pregunto cómo hizo mi abuelo para aprender a manejar; la respuesta se dirige a la infancia de mi abuelo. Luego de salir muy joven de la casa paterna porque no estaban bien económicamente con lo poco que cultivaban y podían vender en la plaza de mercado, se fue a trabajar con su tío Juan, quien le daba la alimentación y un lugar para dormir; también le enseñó a manejar, le ayudó a sacar el pase y así fue como comenzó.

Después de esto se fue a Venezuela a echar machete en una platanera; estuvo una año y siete meses en una hacienda que estaba muy alejada del pueblo (Estado Táchira); en este trabajo ganaba ocho bolívares diarios, en un mes eran doscientos  cuarenta bolívares; pero se devolvió porque extrañaba a su esposa y a su hija quien ya tenía un año y ocho meses de nacida.

Después comenzó a ahorrar para comprar su camión y ya no depender de los demás, y en este transcurso conoció a un señor llamado Pedro García en el pueblo de Santa Rosa de Viterbo. Éste señor le habría enseñado a  elaborar  una alpargata y con é empezó a viajar a Tame, Saravena y Arauquita. Mi abuelo me cuenta que al comienzo le daba miedo viajar porque había guerrilla y los podían bajar del camión y quemarlo; él decía que después de un tiempo no le daba miedo porque ya lo conocían y sabían que lo único que él hacía era transportar la cotiza también; me dice que cuando hacían retenes él se bajaba del carro y les gastaba un tinto a los guerrilleros que ya lo conocían.


Esto fue así durante unos trece años, hasta cuando lo robaron en un restaurante en la vía Tame - Saravena porque sabían que llevaba más o menos unos quince millones de pesos de ganancia; él dice que tal vez le pudieron dar una sustancia en la sopa porque empezó a sentir mucho sueño y tuvo que parar en un hotel más adelante y ahí fue donde lo robaron; también sé que el lugar donde ocurrió esto ya no existe; cuando despertó estaba en un hospital porqué lo había llevado su amigo Alfonso Niño.

Después amenazaron con matarlo si volvía a ir a estos lugares, así que no volvió y como sus únicos clientes estaban en estas ciudades dejó de fabricar la cotiza y se dedicó a trabajar con su camión ya viejo, en Duitama.

Con el tiempo se enfermó de sus rodillas y sus brazos, y pronto tuvo que dejar de trabajar por el dolor que le causaba; los médicos le aconsejaron que se jubilara y pues él se resignó y tuvo que vender su camión; además cuando lo vendió lo robaron porque no le dieron todo el dinero; y el viejo camión lo vendieron por partes y por chatarra; eso es lo que me contaba mi abuelo con dolor.

Hace poco más o menos un año él había empezado a vender comida (cochinitos) en la calle con un canasto; él iba de taller en taller y pues así él estaba volviendo a sentir útil y podía volver a contribuir con los gastos de la casa; todo iba bien hasta que el 28 de diciembre de 2013 él tuvo un A.C.V (accidente cerebro vascular).


Nos dijeron que él ya había tenido tres episodios anteriores; duró varios días en el hospital y en este transcurso olvidó quien era, o qué era lo que hacía, o quién fue en el pasado; lo único que recordaba era a su familia; hace un mes nos dieron la noticia de que él iba a olvidar las cosas y de que él no se iba a recuperar y que lo único que podíamos hacer era pasar con mi abuelo, el mayor tiempo posible, hasta que se fuera…

Por eso lo único que digo es que hay que aprovechar a estos héroes que nos pueden sorprender con sus historias que parecen algunas veces de ficción pero que son ciertas.




jueves, 16 de octubre de 2014

UN GUERRERO DESDE JOVEN

Por Carlos Alberto Cristancho Camargo


Envejecer es como escalar una gran montaña:
 mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero
la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”
Ingmar Bergman

"Comienza a manifestarse la madurez cuando
 sentimos que nuestra preocupación es
mayor por los demás que por nosotros mismos."
 Albert Einstein


Quise contar la vida de mi abuelo José Miguel Pinzón;  de la situación que le tocó vivir durante su infancia y adolescencia,  de su vida como trabajador y de las cosas que tuvo que hacer para sacar a su familia  adelante;  también hablaré de los logros que él ha adquirido  gracias a su esfuerzo y dedicación.

Este proyecto lo desarrollé realizando entrevistas a familiares, amigos e incluso a mi propio abuelo  para saber más sobre la historia de una persona  a la que admiro mucho.

Miguel Pinzón  nació el primero de octubre de 1956  en Soatá (Boyacá), un pueblo que queda a tres horas de   Duitama.  Es una  persona a la cual le tocó trabajar desde  muy joven, pues es el mayor de seis hermanos ( Amparo,  Inés,  Héctor, Orlando  y  Efraín ); el papá nunca les ayudó en nada, y por tal razón le  tocó salir adelante con la mamá; mi abuelo estudió hasta  tercero primaria y con diez  años de edad, por factores económicos, le tocó ponerse a trabajar para ayudarle a su mamá  Silvia Cristancho, madre cabeza de familia, a  sacar adelante a sus otros hermanos .

Empezó  a trabajar como  ayudante   en  el  camión que repartía el gas en los  pueblo cercanos a donde vivía;  allí  aprendió  a manejar,  empezando su vida como conductor; me contaba que mientras trabajó con el camión del gas le tocaba despertarse a las cinco de la mañana para bañarse, cambiarse y desayunar;      luego de esto le tocabá salir a las seis de la mañana para  caminar aproximadamente un kilómetro hacia las afueras del pueblo y llegar a su lugar de trabajo; de allí  se dirigían a los pueblos aledaños a Soatá para  repartir el gas; en este mismo pueblo también trabajó en una estación de gasolina, donde se desempeñó  y se dio a conocer a las personas   por ser  un señor  honesto y responsable;  gracias a este trabajo logró darles a sus hermanos el estudio que su padre no les dio y que él no pudo tener.


Mi abuelito me cuenta que a pesar de que le tocó  trabajar   durante su juventud, los tiempos libres los compartiá con sus amigos: Adán Rodríguez y Daniel Bohórquez;  ellos tenían ciclas que sus padres les compraron y en las que iban   al río en el cual se divertían jugando y nadando por largo tiempo; como a  él le gustaba montar cicla y pasaba casi todo su tiempo libre con ellos, con  lo que ganaba iba ahorrando para luego poder comprarse una cicla.


A la edad de 17  años conoció a mi abuelita Helena Hernández quien hoy en día es su esposa y con quien  contrajo matrimonio a escondidas en el año  de 1976 en un pueblo de Boyacá  llamado Susacón, que queda a media hora de Soatá (a dos horas y media de Duitama   por la misma carretera).  Dos años después de su matrimonio en el año de 1978 tuvieron un hijo llamado Germán Ricardo Cristancho Hernández nacido en Soatá; años más tarde tuvo otros dos hijos gemelos llamados: José Alberto Cristancho Hernández y Carlos Humberto Cristancho Hernández, el primero es mi padre y  el último por una enfermedad en el corazón lastimosamente murió.

Cuando era mayor de edad  empezó a  trabajar como  conductor de una tractomula  en la empresa llamada VICON S.A. por la cual tuvo que  trasladarse para varias ciudades del  país  como por ejemplo Cali,  Bucaramanga, Bogotá entre otras. Más tarde renunció para  empezar  a  trabajar  como  conductor  de  un  bus  en  la empresa COFLONORTE LTDA en la cual trabajó durante diez y ocho años,   viviendo inicialmente en Sogamoso, pero luego por causas del trabajo  le tocó desplazarse a vivir a Bogotá. En esta empresa organizaban campeonatos de fútbol  donde participaba activamente ya que siempre le ha gustado hacer deporte.


Luego regresar a Duitama para,  poco a poco, empezar  a construir su casa en  Villa del Prado, (casa donde actualmente vivimos); mi abuelo cuenta que  les  tocó pasarse a vivir cuando solo estaba el primer piso, durmiendo en colchones en el suelo; también me dice que  cuando llovía se les entraba el agua por la parte de las escaleras; luego fue arreglándola pero por situaciones económicas le tocó renunciar a su trabajo en COFLONORTE LTDA  para entrar a trabajar nuevamente en las tracto-mulas, pero esta vez en la empresa TRANSER S.A. En ella transportaba cerveza desde  Tocancipá a la ciudad de Duitama.  Por este motivo él se quedaba varios días en la semana durmiendo  en Tocancipá y otros días en Duitama con su esposa Helena  Hernández.

El último año fue llamado nuevamente  por COFLONORTE LTDA  para manejar uno de los últimos buses que han salido, el bus de dos pisos junto a otros dos conductores,; a finales del año pasado  antes de que mi abuelito saliera a trabajar con el bus estuvo en unas festividades de la ruana boyacense en Nobsa (Boyacá)  a  la cual fue invitado y con permiso de COFLONORTE LTDA  se hizo la   inauguración del bus que hoy en día maneja.


Con  esfuerzo y trabajo duro ha adquirido una finca en Soatá, su pueblo de origen y al cual quiere mucho; en este pueblo también tiene una cabaña y estos últimos meses ha adquirido un carro. Él me decía que todo esto lo tiene gracias a que él siempre luchó con toda su vida desde cuando empezó a trabajar y me decía que por más duro que fueran las cosas yo debo entender que no son imposibles de soportar, y que las cosas difíciles también se pueden lograr, que sólo hay que ser responsables y ponerle dedicación. Esta es una gran lección para aquellos que a veces piensan en rendirse y no perseverar.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

TOCOGUA: CEMENTERIO DE PODREDUMBRE

Por Jorge Armando Tibocha Pedraza

En la ciudad de Duitama en el sector conocido como Coca-Cola, a un kilómetro, está ubicada la vereda de Tocogua; es una de las veredas más grandes del municipio; es llamada Tocogua porque antiguamente era habitada por indígenas y ellos la bautizaron así debido a que existe mucha agua; es bella la palabra, quiere decir Ojos de agua. Se dice que en algún momento de la historia, este sector debió ser un lago.

En la actualidad hay dos yacimientos de agua de la cual se beneficia la comunidad;  y también son recursos hidricos que se encuentran entre los más antiguos y preciados de la ciudad de Duitama.

Los  habitantes de la vereda son gente trabajadora dedicada al agro; es muy reconocida por la gran cantidad de hortalizas que se cultivan y se comercian en nuestro departamento y en los departamentos vecinos como Casanare, Arauca, Los Santanderes, Cundinamarca etc.

Sin embargo creo que mi primer trabajo consiste en dar a conocer una problemática que existe actualmente y que nos está afectando mucho.

En el año 2000 fue trasladado a nuestra vereda, el basurero municipal de Duitama; el Alcalde de la época era Gustavo Cano Riaño. Duró alrededor de nueve años, es decir, hasta el 2009, dejándonos solo caos y podredumbre.

Quise averiguar los efectos que ha tenido en la comunidad éste basurero. La propiedad es de un señor llamado Silvino Rodríguez, quien arrendó este predio a la administración municipal, y está ubicada en la parte más ala de la vereda.

Entrevistando a la señora  Rosa María Torres, de 78 años, oriunda del sector, nos cuenta que abierto este basurero, ella y los vecinos se vieron muy  afectados por la proliferación de ratas, mosquitos, zancudos y malos olores.

También nos cuenta que los habitantes de la comunidad entablaron demandas a la administración, pero que se hizo caso omiso durante mucho tiempo, hasta que después de 9 años fue cerrado.

Recorriendo el sector se pueden observan tres máquinas en total abandono.
Un cargador, una trituradora de residuos orgánicos y una máquina de selección y prensado de residuos plásticos, que en estos momentos se está pudriendo bajo la intemperie.

También se encuentra un horno crematorio; cuentan que era utilizado para quemar materiales quirúrgicos y hospitalarios; sin embargo gran parte de este material no fue quemado y está expuesto a la intemperie.

En seguida  se encuentran unos pozos de almacenamiento de residuos líquidos que salían de basuras: lixiviados. Esos pozos eran aproximadamente de 15 metros de profundidad, en ese entonces estos se llenaban hasta desbordarse, luego se filtraban montaña abajo causando daño a los yacimientos de agua y nuestros cultivos; también esas aguas negras, que salían de allí, producían un olor que perjudicaba nuestra salud.

Algo que me impactó son las gigantescas montañas de basura que miden unos 5 metros de alto por unos 80 metros de largo y unos 8 metros de ancho; actualmente están cubiertas por el pasto y en este momento mantienen animales pastando en el lugar.

La señora Inés Hernández cuenta que el área permanecía cubierta con plástico, estilo invernadero, sin embargo actualmente solo se encuentran 40 postes de cementó con el hule totalmente desecho, dando un mal aspecto al paisaje, es decir, un paisaje natural ahora se volvió un ex -tiradero de basuras y porquerías que proviene de la ciudad.

Desafortunadamente el dueño de este predio no nos da ninguna información sobre el atropello a sus vecinos, pero si tenemos que aguantarnos la cantidad de toneladas de basura descomponiéndose día tras día y recibiendo todavía en nuestros predios los líquidos putrefactos que liberan.

La presidenta Martha Rivera ha enviado cartas a la alcaldía, solicitando desocupar este terreno pero no se ha logrado nada.

La ciudadanía de Duitama debería tomar conciencia sobre la problemática que nos ha dejado; se ha extendido el rumor que lo quieren volver a abrir, pero ya la comunidad está preparada, sin embargo, para hacer todo lo posible para que esto no vuelva a suceder.

Se dice que en Duitama se recogen aproximadamente 20 toneladas de basura; las cuales en este momento se están llevando a la ciudad de Tunja.
Deberíamos tomar conciencia, del grave daño que le hacemos a la naturaleza, porque desde el primer momento en que nacemos ya le estamos haciendo daño con solo un simple pañal; cada día, cada hora, y cada segundo buscamos la forma de hacer basura porque simplemente estamos preocupados por las cosas materiales, sin importar el daño que hacemos a nuestro medio ambiente, llevándonos a la destrucción.

El Reciclaje transforma materiales usados, que de otro modo serían simplemente desechos, en recursos muy valiosos, pero en nuestra ciudad nos falta cultura, educación, abrir los ojos. La recolección de botellas usadas, latas, periódicos, etc.,  son reutilizables, y de allí que llevarlos a una instalación o puesto de recogida, sea el primer paso para una serie de procesos generadores de empleo y empresas ecológicas. ¿Será esto posible en Duitama? Lo que es basura puede ser reciclaje. Los recursos que se pagan a otras ciudades para que reciban nuestras “basuras” pueden ser invertidos en crear una empresa ecológica que eduque a la comunidad y le enseñe a reciclar, mientras a la vez se genera empleo y se crea una empresa que impacte positivamente en nuestro medio ambiente. ¿Será que deben venir los hijos de Uribe a montar la empresa y a lucrarse de nuestra ignorancia?


martes, 16 de septiembre de 2014

CON LOS PIES SOBRE EL ASFALTO


Por Jhojan Sebastián Ortiz Moreno

La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y
magnifica los buenos, y gracias a ese artificio,
logramos sobrellevar el pasado.

Gabriel García Márquez


Algo que vemos día a día de manera natural y con indiferencia, sin saber  el sufrimiento y esfuerzo que requiere, es el oficio de los comerciantes itinerantes, de los corredores de asfalto, de los pequeños nómadas, más conocidos en nuestro vasto mundo como vendedores ambulantes

Gente pujante arrojada a las calles por la vida, a sobrevivir, a luchar contra la pobreza con desesperación y con hambre, como dijo el maestro Jean Jacques Rousseau: “el pobre ama más el pan que la libertad”, y es cierto, el pueblo se interesa más por un plato de comida, así este lo encadene de por vida; viéndolo así,  la pobreza es la mayor enfermedad del mundo, al lado de la corrupción, bueno, aunque en el panorama actual de la sociedad las dos van unidas.

Y así es como llego al objetivo de mi proyecto; busco hacer una reflexión sobre las condiciones tan deplorables y los tratos a los que son sometidos los vendedores ambulantes, dando una mirada objetiva a todo lo que sucede cuando nos dedicamos a este oficio.

Muchos se preguntarán dónde nace este arte de vender alimentos, objetos y demás cosas en las calles; así que me di a la tarea de investigar más a fondo sobre este tema; después de un rato, pude encontrar  en una enciclopedia[1] de mi casa, un acercamiento al problema; todo se da en Roma, donde se crean las comidas rápidas, quienes para dar solución al problema de que muchos ciudadanos no tenían cocina en sus casas, inventaron las “termopolias” lugares donde se vendían platos preparados y calientes, en un recipiente especial para que se conservaran así. También tenemos que desde la antigüedad, los agricultores de pequeñas parcelas salían a vender los productos de sus cosechas a las calles.

Pero así como desde tiempos remotos este trabajo había traído alivio, ahora se ve con muchas dificultades para realizarlo; muestra de esto no la da la señora Esmeralda Ochoa oriunda de Duitama, nacida en el año de 1979. Ella, como muchas personas, se dedica a vender en las calles para subsistir; me dice que su hijo es la mayor inspiración para luchar contra la furia de las calles y sus transeúntes; ella vende envueltos de mazorca, alimento autóctono de nuestra tierra y que el valor de ellos es de $ 600 pesos; esto medio le da  para poder llevar algo de dinero para la casa, pero sustenta que este trabajo es difícil y agotador; pero que es el único que le ha brindado oportunidades económicas, ya que ella solo cursó hasta grado séptimo y este le quita posibilidades para desempeñar otro trabajo.

 De esta forma tenemos la primera conclusión de este proyecto: la educación es un factor que cobra demasiada importancia a la hora de ver cómo el presente se vuelve el futuro de cada persona; la educación determina en buena medida la calidad de vida de la misma y de las personas que la rodean; pero viéndolo así, más que un cuestionamiento a nuestro personaje, quizás la alarma sea para jóvenes, padres de familia, profesores y el mismo gobierno, quiénes a través de la historia a veces han dejado de lado la educación de las personas con menos recursos, a veces incluso, vemos que es inaccesible para muchos; se ha vuelto un negocio como ha sucedido con la salud y otros cuantos derechos de la población; esto solo nos muestra el estado tan deplorable de nuestra sociedad y de nuestro pensamiento a la hora de elegir a nuestro dirigentes.   

Siguiendo con su relato, doña Esmeralda cuenta que para la elaboración de su producto se demora en promedio a 4 a 5 horas y que los elabora en la hora de la mañana para que en la hora de la tarde los pueda salir vender en una esquina del centro de la ciudad, cerca al parque de Los Libertadores; nos relata que una de sus mayores  preocupaciones es que aunque ha pedido ayuda a la alcaldía nunca es escuchada y que además es maltratada por la fuerza  pública siendo sacada de su sitio de trabajo y a veces siéndole confiscado su producto; a esto se suma el temor de que algún día la salud no le sea suficiente para seguir guerreándola por su hijo y por su vida, y no sabe cómo poder seguir saliendo adelante.

Después de un largo tiempo de conversación, observando cómo vendía los envueltos y hasta ayudándole a venderlos, le pregunté que si le parecía justo el trato que le daban las entidades públicas y ella contestó con una mirada casi pérdida en el horizonte:

-No, no me parece justo que nos traten de una manera tan dura; a veces como si no fuéramos humanos; además creo que por ser un espacio público deberían dejarnos trabajar en paz desde que no le hagamos daño a nadie-.

Y es cierto, se les ha quitado su libertad sin razón alguna y sin darle ninguna solución concreta porque vemos que esta administración ha mostrado poco interés por esta clase de personas, que son muchas y que viven en situaciones precarias.

Después de esto me despedí de la señora y ella muy amablemente y con una cara de felicidad me regaló uno de sus envueltos que de por hecho son deliciosos.

Este gesto me dio mucha felicidad ya que la mayoría de gente tilda a los vendedores ambulantes de ladrones, pordioseros y de cosas por el estilo; lo que no saben es que de trasfondo de estas personas hay un corazón humilde y lleno de amor, porque no cualquiera se quita literalmente la comida de la boca, para dársela a un desconocido, perdiendo ese dinero que le podría servir para comer un poco mejor a la mañana siguiente; no se encuentra gente así todos los días.    

Al día siguiente  de haber conversado con doña Esmeralda, me encontré con la señora Luz Carolina Torres proveniente de la ciudad de Floresta de 43 años de edad, casada con el señor Nelson Mauricio Mojica; ella cuenta que trabaja en las ventas ambulantes hace 20 años y que esto le da para mantener a sus 5 hijos de los cuales uno estudia en Floresta y los otros cuatro en el Colegio Guillermo León Valencia de Duitama, nos comenta que en este momento está pasando por una crisis económica ya que su esposo está desempleado; él trabaja en construcción o más bien como “Ruso” y en este momento no hay trabajo en ninguna parte, así que ella está asumiendo los costos del hogar; ella trabaja para la empresa “Cream Helado”. Le pregunté por qué trabajaba en esto y no en otra cosa más cómoda; ella me dice que es por dos razones, la primera porque su educación fue precaria ya que estudió hasta quinto de primaria y la segunda porque este trabajo le brinda comodidad para estar pendiente de  la crianza de sus hijos. Ella al igual que doña Esmeralda ha sido ignorada por la administración municipal y también maltratada por la policía, viendo así que es una problemática frecuente para los vendedores ambulantes el choque con la fuerza pública.

Nos indica también la situación en su hogar; ésta es pésima y más en el panorama de la educación de sus hijos ya que a veces se queda corta en la compra de los materiales necesarios para su buen desempeño en las actividades académicas, pero aún así, ella no recibe reproche alguno de los niños, al contrario, son una  voz de aliento en momentos de desesperación.
  
La charla que se sostuvo con la señora Luz estuvo cargada de sentimientos fuertes hasta el punto de casi llorar al narrar su historia, y se entiende que se torne así porque la vida de ella como la de otros, no se les ha dado lo que en realidad merece; a veces en nuestro país, una persona humilde y honrada, es tratada de la peor manera.

Pasadas unas horas y para finalizar el día tuve la dicha de encontrarme con la señora  Flor Pérez, de 35 años de edad que trabaja para la marca “Bonice”; aunque ella nos cuenta casi lo mismo que las otras dos entrevistadas, a ella se le agrega que empezó a trabajar hace un año como vendedora ambulante y que además de esto trabaja vendiendo productos de catálogo y para sumar tiene una pequeña tienda de barrio; todo lo hace para sacar un poco más de dinero para mantener su casa y sus dos hijos: una niña y un niño, que a propósito estudian en el Colegio Santo Tomás de Aquino. Cómo lo imaginarán, su agenda es bastante apretada; se levanta a más tardar a las 4 de la mañana para alistar a su pequeña hija que cursa  tercero de primaria al igual que a su hijo para de 06:00 a 09:00 am poder abrir la tienda y lograr vender algo; a las 09:00 am se va sacar el producto en la distribuidora de  Bonice y a las 06:00 pm vuelve a la casa para seguir atendiendo su negocio el cual cierra a altas horas de la noche o a veces a la madrugada.

Nos comenta que en Bonice gana en promedio de $ 5000 a $ 10000 pesos diarios y que puede que no sea una gran cantidad de dinero pero que le ayuda para poder cubrir las necesidades básicas de su familia. Lo que hace más interesante a esta mujer fue que empezó a trabajar en esto después de haber sufrido la muerte de su esposo, quien fue asesinado por unos sicarios al frente de su casa; dice que la policía investigó el caso pero que el resultado es inconcluso pero se rumora que la muerte fue por una equivocación de los sicarios; sufrida está perdida ella se mantuvo inmersa en una gran depresión pero la vida de sus hijos la hizo levantar la cabeza y buscar a toda costa una salida para su situación.

En conclusión, las tres historias de estas mujeres, (cada una vendedora de un producto diferente pero con un  mismo propósito, salir adelante a todo costa), llenan el corazón de emociones fuertes al ver que hay gente tan luchadora, que aunque esté inmersa en la pobreza, y a veces con una calidad de vida deplorable,  sacan ganas para guerrearla frente a un mundo despiadado e indiferente; son mujeres pujantes que dejan hasta  la última gota de sudor en las calles por  sobrevivir, porque deambulan en el círculo de una sociedad extraña con lo humano; sin embargo pienso que le dan un toque de maravilla al piso por donde caminan porque siempre estarán con los pies sobre el asfalto.
        





[1]Historia Universal, Enciclopedia Básica Escolar Interactiva Siglo XXI (Madrid: Altair-Quebecor).


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EL NO-LUGAR PARA LOS ENAMORADOS

El siguiente texto ha resultado ser uno de las mejores crónicas de nuestro proyecto. Para motivar a los tomasinos a escribir sus respectivos trabajos vale la pena leerlo

EL NO-LUGAR PARA LOS ENAMORADOS
Por Mayra Salazar

Hacia 1928 en el municipio de Duitama, perteneciente al departamento de Boyacá, se pensaba de manera inocente y ambiciosa en un sistema de acueductos que recibiera abastecimiento de los recursos hídricos naturales.

La administración del acueducto de la ciudad, ubicada en el valle de cuatro montañas propensas a generar corrientes de agua, que desde lo alto descienden hasta el municipio, emprendían la búsqueda de un lugar que no fuera riesgoso para excavar y para construir estanques de reserva  de enormes proporciones, un lugar deshabitado y lejano de las miradas de los curiosos habitantes, del bullicio de las festividades típicas de los pueblos y cercano a cauces de ríos. Al norte de la ciudad se encontraba una colina en donde el agua fluía de modo subterráneo (agua proveniente del páramo, en donde se situaba la laguna Pan de Azúcar), un lugar casi secreto en el cual se podía explotar el recurso hídrico necesario para la población. El acueducto inició allí las construcciones, como se había previsto, almacenó el agua en estanques enormes y al cabo de unos meses estaba abasteciendo a la gente.

De manera clandestina, desde el comienzo del funcionamiento de esta parte del acueducto, las parejas de jóvenes se reunían para iniciar allí los amoríos inocentes o los amores eternos de la época. Besos, detalles y sonrisas se compartían alrededor de tres estanques repletos de agua. Durante cuatro años la colina se usó para dos destinos: represar las aguas y atestiguar los amores. En 1932 Luis A. Soler, alcalde del municipio, decidió llamar al lugar “Parque de los enamorados”. Lo bautizó y lo condenó al auge y a la popularidad, algo hasta el momento no previsto, provocando que junto a los estanques se iniciara la construcción de canales por donde fluyera el agua de manera agradable; pequeños estanques de estructura diversa: uno en forma de trébol y otro de laberinto; puentecitos de madera para cruzar los canales y unas sillas, también la presencia de un parquero de apellido Vargas quien vivía en una de las casas aledañas y realizaba sus rondas con bastón en mano.
Las jovencitas, usando como pretexto ir a comer helado con sus hermanitos, se desprendían de sus padres; en efecto se dirigían a la heladería Panamá, en donde compraban helados y luego iban al “Parque de los enamorados”; algunas jóvenes se encontraban con sus novios; otras se sentaban en el pasto cerca de los estanques a cortar tréboles; en espera de un novio si el trébol era de cuatro hojas y en la desdichada soltería si era de tres.

Los visitantes podían ir a ver los insólitos patos en los estanques; en una visita de un grupo de escolares, quienes realizaban recorridos juguetones y desprevenidos, uno de los niños con una edad no menor a los doce años se resbaló  en un estanque y  se ahogó, sus amigos no pudieron auxiliarlo, lo que reforzó la mala reputación del parque y la privacidad de los enamorados, como recuerda el profesor Alberto Parra Higuera en su libro “El pozo de las imágenes” (1995).

De manera muy conveniente en 1935, se construyó cerca al parque la empresa Bavaria S.A, permitiendo llegar a un acuerdo con el acueducto de Duitama, haciendo que una parte del agua en almacenamiento se destinara a la empresa – con objetivo fijado en la producción de cerveza –. Esta empresa fue una de las primeras en establecerse en la ciudad. En la década de los Cincuenta hacían su aparición compañías nacionales y multinacionales como Indumil, Sofasa Renault y de modo indirecto Cementos Paz del Río, que se encargaron de crear centros recreativos y barrios para sus trabajadores, modificando la estructura del municipio. Por tanto la administración del acueducto  dejó al Parque de los enamorados a su suerte. En 1960 el parquero dejó de trabajar, los sedentarios habitantes encontraron centros de diversión  más cómodos – el parque del Solano, el del Carmen, el de Las Américas –  y el único provecho que se podía tener del antiguo sitio para tanques de reserva en aquel momento era su lejanía.

 Por otra parte, veinticinco años después,  las entidades cívicas tradicionales – Club de Leones y Cámara Junior,  de las que hacían parte los hijos de los hacendados del municipio – se encargaban de “embellecer” la ciudad, realizando arreglos a los lugares derruidos por el paso del tiempo; en 1985 el Club de Leones y la administración del municipio empezaron a reconstruir el parque. Iniciaron por los puentes de madera, luego limpiaron los canales llenos de basura; pintaron las sillas de piedra; plantaron unos pinos; establecieron nuevos senderos de concreto y un salón de recepciones. Algunos habitantes y sus costumbres modificadas no daban paso a la entrada de los recuerdos, tal vez los nostálgicos volvieron, pero el parque estaba una vez más destruido, nadie detuvo el proceso natural de las cosas construidas por el ser humano, es decir, nacen, son utilizadas y mueren;  al mismo tiempo los jóvenes que regresaban de la capital llenos con drogas en los bolsillos –popper, ácidos… - encontraron en el parque, un lugar perfecto para consumir. El último respiro de vida, de la mano de las apariencias, se dio para el paso de  la ruta del Mundial de Ciclismo en 1995 puesto que  construyeron unas escaleras para hacer más fácil el acceso, o, mejor, para que se desviara la atención de la cima de la colina.

El Parque de los enamorados se ha ido convirtiendo desde entonces en sede para los marginales, incluso algunos de ellos han buscado  la manera de habitarlo de modo permanente.


 El silencio es escalofriante cuando se llega, y se es recibido con una imagen: unas escaleras con ladrillos y materas en el medio junto a las faldas de la colina. En el momento de subir, al final de las escaleras, un sendero natural y un grupo de árboles de más de diez metros de altura hacen calle de honor; entre un par de árboles se encuentra una silla de piedra, por los vestigios de color que aún le quedan entre rayones de aerosol se podría deducir que era blanca; más adelante al final del sendero natural se pasa a uno de concreto, sendero que conduce a un canal con un pequeño estanque en forma de trébol y a los trozos que aún quedan de lo que fue un puentecito de madera; siguiendo el camino trazado por los canales, se pueden encontrar desviaciones hacia los lados, uno de los caminos  conduce de regreso a la fuente del trébol y el otro a los estanques grandísimos que se adornan de basura en el fondo; los estanques son tres, cuadrados y cubiertos de maleza en las esquinas, son unidos por canales superficiales por donde antes fluía el agua y ahora lo hace la basura; si se avanza, se encuentra uno pequeño con una estructura en forma de laberinto, decorado de la misma manera que los estanques enormes, unas escaleras con peldaños descendentes llegan al fondo de este estanque; volver al camino es fácil, basta con observar la estructura de lo que sería un salón social hundido en el pasto y sin techo , con una profundidad de más de cuatro metros, tapizado por la podredumbre; la estructura es acompañada por una superficie, la entrada al antiguo acueducto, en el centro de esta una escotilla cuadrada con unas escaleras, la luz no ha llegado en años pero se conserva intacta. Éste es quizás  uno de los pocos lugares invisibles desde la falda de la colina. Los recuerdos son grises si se piensa en las miradas de los jóvenes que alguna vez disfrutaron del parque, porque el olvido ya se lo tragó y nadie hoy por hoy sabe de él.