lunes, 25 de agosto de 2014

LA CALLE EL HOGAR DE LOS IGNORADOS


POR OSCAR JIMÉNEZ

Mi interés para realizar este proyecto se centro  en dos relatos de personas que se ganan la vida de la calle; pienso que es muy importante para crear conciencia ya que en Duitama se ignora mucho a las personas y ancianos sin entender la aventura que tienen que vivir en la calle; otros personajes son los que tocan instrumentos musicales y quienes desde su mundo ganan dinero porque no pueden trabajar en otras cosas.

En mi proyecto intenté analizar esta situación. Algunos de los hechos que me impresionaron y sirvieron de motivación fue ver a ancianos pidiendo dinero de casa en casa o el músico que se ubica en la calle 17 con carrera 15, un señor ciego que se hace cerca al colegio La Presentación a pedir plata,  sin observar a esa persona generosa que le obsequia una moneda.

Me senté a observar cerca de una hora a este cieguito músico que pide monedas. En este tiempo contabilicé cerca de 60 personas que pasaron por su lado sin que ninguna le diera una moneda o le prestara atención.

El otro caso es el de una anciana de 87 años  Doña María Clemencia Bustos de Herrera, quien e al verse sin salud para trabajar y sin dinero, ha tenido que salir a la calle a vivir la aventura de pedir mercado en las casas. Me contó que “le da pena  pedir dinero” y añade que fue abandonada por sus hijos. 

Quizás si nos pusiéramos en el lugar de estas personas ayudaríamos más en esta sociedad.

El músico ciego al que se hace referencia  me pide que no revele su nombre. Me cuenta que nació en Bogotá; tiene una  edad de 37 años; tiene una enfermedad de tipo degenerativa. Agrega que hizo hasta tercero de primaria y que vive en arriendo con su  mamá. Está muy agradecido con las personas que le enseñaron a tocar el acordeón, un instrumento de origen polaco, de viento, con teclas parecidas a las del piano.

Me dice que al día recoge unos $10.000 aproximadamente, lo que implica un salario de $300.000 trabajando todos los días; sin embargo unos días recoge más que otros por lo que su salario es de unos  $280.000; no trabaja los fines de semana porque su mamá se dedica a hacer aseo en un edificio.

Creo que este hombre le da una lección a la sociedad ya que la música le permite ganarse la vida. Él reconoce el esfuerzo que hace su madre ya que lo ha apoyado siempre; dice que es difícil pedir ya que ese oficio se ha desprestigiado por otras personas que se hacen pasar por discapacitados. Agrega que muchas personas le reconocen el talento para tocar el acordeón y la guacharaca al mismo tiempo; dice que la comida que le prepara su mamá es la mejor del mundo porque ha sido conseguida con esfuerzo y dedicación.
Veo que valora el dinero conseguido con trabajo y esfuerzo de una forma honesta; dice que quizás hacen falta más instituciones que les enseñen a hacer más cosas.

Otra persona a la que entreviste es la anciana de 87 años llamada María  Clemencia Bustos de Herrera. En ella vi  una  alegría y una sonrisa mejor que la de muchos jóvenes de hoy en día; su sonrisa dice que es feliz, dice que prefiere pedir “mercadito” o “alguito de comer” a pedir dinero. Caminamos juntos por la carrera 17 y me dijo que le daba mucha tristeza ver que su único hijo la abandonó.

Me contó que cuando llegó a Duitama  empezó a trabajar en una papelería. Consiguió esposo y empezó a vender sus tejidos y a trabajar en floristerías o haciendo aseos para ganarse la vida con su esposo. A los 27 años tuvo a su hijo al cual llamó Hugo… Dice que la abandonó por irse con su novia. Su esposo falleció hace 14 años.

Le agradece mucho al padre Pérez porque le da de comer. Dice que su comida favorita es chocolate con pan. Vive cerca al Cerrito Encantado. Es feliz porque no tiene que pagar el arriendo ya que vive en una casa que es propia; cuando le pregunté sobre la función del estado dice que debe apoyar a personas como el padre Pérez para tener en dónde comer.

Pienso que la función del estado es ayudar a toda la sociedad y que personas como el músico ciego o la anciana, quienes no tienen una forma de subsistir, tendrían que recibir apoyo estatal; un salario que les permita vivir con dignidad.

Todos debemos concientizarnos de que algún día podemos sufrir una discapacidad y que absolutamente todos llegamos a ancianos; debemos ponernos en el lugar de estas personas para  ayudarlos ya que no tienen con que vivir cada día; veo tantas casas que prometen; algunas de ellas deberían dárselas al músico cieguito.


La mejor manera con la que podemos ayudar es votando correctamente por personas que sepan y se concienticen de cómo se siente la aventura de vivir de la calle y a veces en la calle. Si votamos bien a lo mejor algún día todos podamos vivir con dignidad. 

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