miércoles, 17 de septiembre de 2014

TOCOGUA: CEMENTERIO DE PODREDUMBRE

Por Jorge Armando Tibocha Pedraza

En la ciudad de Duitama en el sector conocido como Coca-Cola, a un kilómetro, está ubicada la vereda de Tocogua; es una de las veredas más grandes del municipio; es llamada Tocogua porque antiguamente era habitada por indígenas y ellos la bautizaron así debido a que existe mucha agua; es bella la palabra, quiere decir Ojos de agua. Se dice que en algún momento de la historia, este sector debió ser un lago.

En la actualidad hay dos yacimientos de agua de la cual se beneficia la comunidad;  y también son recursos hidricos que se encuentran entre los más antiguos y preciados de la ciudad de Duitama.

Los  habitantes de la vereda son gente trabajadora dedicada al agro; es muy reconocida por la gran cantidad de hortalizas que se cultivan y se comercian en nuestro departamento y en los departamentos vecinos como Casanare, Arauca, Los Santanderes, Cundinamarca etc.

Sin embargo creo que mi primer trabajo consiste en dar a conocer una problemática que existe actualmente y que nos está afectando mucho.

En el año 2000 fue trasladado a nuestra vereda, el basurero municipal de Duitama; el Alcalde de la época era Gustavo Cano Riaño. Duró alrededor de nueve años, es decir, hasta el 2009, dejándonos solo caos y podredumbre.

Quise averiguar los efectos que ha tenido en la comunidad éste basurero. La propiedad es de un señor llamado Silvino Rodríguez, quien arrendó este predio a la administración municipal, y está ubicada en la parte más ala de la vereda.

Entrevistando a la señora  Rosa María Torres, de 78 años, oriunda del sector, nos cuenta que abierto este basurero, ella y los vecinos se vieron muy  afectados por la proliferación de ratas, mosquitos, zancudos y malos olores.

También nos cuenta que los habitantes de la comunidad entablaron demandas a la administración, pero que se hizo caso omiso durante mucho tiempo, hasta que después de 9 años fue cerrado.

Recorriendo el sector se pueden observan tres máquinas en total abandono.
Un cargador, una trituradora de residuos orgánicos y una máquina de selección y prensado de residuos plásticos, que en estos momentos se está pudriendo bajo la intemperie.

También se encuentra un horno crematorio; cuentan que era utilizado para quemar materiales quirúrgicos y hospitalarios; sin embargo gran parte de este material no fue quemado y está expuesto a la intemperie.

En seguida  se encuentran unos pozos de almacenamiento de residuos líquidos que salían de basuras: lixiviados. Esos pozos eran aproximadamente de 15 metros de profundidad, en ese entonces estos se llenaban hasta desbordarse, luego se filtraban montaña abajo causando daño a los yacimientos de agua y nuestros cultivos; también esas aguas negras, que salían de allí, producían un olor que perjudicaba nuestra salud.

Algo que me impactó son las gigantescas montañas de basura que miden unos 5 metros de alto por unos 80 metros de largo y unos 8 metros de ancho; actualmente están cubiertas por el pasto y en este momento mantienen animales pastando en el lugar.

La señora Inés Hernández cuenta que el área permanecía cubierta con plástico, estilo invernadero, sin embargo actualmente solo se encuentran 40 postes de cementó con el hule totalmente desecho, dando un mal aspecto al paisaje, es decir, un paisaje natural ahora se volvió un ex -tiradero de basuras y porquerías que proviene de la ciudad.

Desafortunadamente el dueño de este predio no nos da ninguna información sobre el atropello a sus vecinos, pero si tenemos que aguantarnos la cantidad de toneladas de basura descomponiéndose día tras día y recibiendo todavía en nuestros predios los líquidos putrefactos que liberan.

La presidenta Martha Rivera ha enviado cartas a la alcaldía, solicitando desocupar este terreno pero no se ha logrado nada.

La ciudadanía de Duitama debería tomar conciencia sobre la problemática que nos ha dejado; se ha extendido el rumor que lo quieren volver a abrir, pero ya la comunidad está preparada, sin embargo, para hacer todo lo posible para que esto no vuelva a suceder.

Se dice que en Duitama se recogen aproximadamente 20 toneladas de basura; las cuales en este momento se están llevando a la ciudad de Tunja.
Deberíamos tomar conciencia, del grave daño que le hacemos a la naturaleza, porque desde el primer momento en que nacemos ya le estamos haciendo daño con solo un simple pañal; cada día, cada hora, y cada segundo buscamos la forma de hacer basura porque simplemente estamos preocupados por las cosas materiales, sin importar el daño que hacemos a nuestro medio ambiente, llevándonos a la destrucción.

El Reciclaje transforma materiales usados, que de otro modo serían simplemente desechos, en recursos muy valiosos, pero en nuestra ciudad nos falta cultura, educación, abrir los ojos. La recolección de botellas usadas, latas, periódicos, etc.,  son reutilizables, y de allí que llevarlos a una instalación o puesto de recogida, sea el primer paso para una serie de procesos generadores de empleo y empresas ecológicas. ¿Será esto posible en Duitama? Lo que es basura puede ser reciclaje. Los recursos que se pagan a otras ciudades para que reciban nuestras “basuras” pueden ser invertidos en crear una empresa ecológica que eduque a la comunidad y le enseñe a reciclar, mientras a la vez se genera empleo y se crea una empresa que impacte positivamente en nuestro medio ambiente. ¿Será que deben venir los hijos de Uribe a montar la empresa y a lucrarse de nuestra ignorancia?


martes, 16 de septiembre de 2014

CON LOS PIES SOBRE EL ASFALTO


Por Jhojan Sebastián Ortiz Moreno

La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y
magnifica los buenos, y gracias a ese artificio,
logramos sobrellevar el pasado.

Gabriel García Márquez


Algo que vemos día a día de manera natural y con indiferencia, sin saber  el sufrimiento y esfuerzo que requiere, es el oficio de los comerciantes itinerantes, de los corredores de asfalto, de los pequeños nómadas, más conocidos en nuestro vasto mundo como vendedores ambulantes

Gente pujante arrojada a las calles por la vida, a sobrevivir, a luchar contra la pobreza con desesperación y con hambre, como dijo el maestro Jean Jacques Rousseau: “el pobre ama más el pan que la libertad”, y es cierto, el pueblo se interesa más por un plato de comida, así este lo encadene de por vida; viéndolo así,  la pobreza es la mayor enfermedad del mundo, al lado de la corrupción, bueno, aunque en el panorama actual de la sociedad las dos van unidas.

Y así es como llego al objetivo de mi proyecto; busco hacer una reflexión sobre las condiciones tan deplorables y los tratos a los que son sometidos los vendedores ambulantes, dando una mirada objetiva a todo lo que sucede cuando nos dedicamos a este oficio.

Muchos se preguntarán dónde nace este arte de vender alimentos, objetos y demás cosas en las calles; así que me di a la tarea de investigar más a fondo sobre este tema; después de un rato, pude encontrar  en una enciclopedia[1] de mi casa, un acercamiento al problema; todo se da en Roma, donde se crean las comidas rápidas, quienes para dar solución al problema de que muchos ciudadanos no tenían cocina en sus casas, inventaron las “termopolias” lugares donde se vendían platos preparados y calientes, en un recipiente especial para que se conservaran así. También tenemos que desde la antigüedad, los agricultores de pequeñas parcelas salían a vender los productos de sus cosechas a las calles.

Pero así como desde tiempos remotos este trabajo había traído alivio, ahora se ve con muchas dificultades para realizarlo; muestra de esto no la da la señora Esmeralda Ochoa oriunda de Duitama, nacida en el año de 1979. Ella, como muchas personas, se dedica a vender en las calles para subsistir; me dice que su hijo es la mayor inspiración para luchar contra la furia de las calles y sus transeúntes; ella vende envueltos de mazorca, alimento autóctono de nuestra tierra y que el valor de ellos es de $ 600 pesos; esto medio le da  para poder llevar algo de dinero para la casa, pero sustenta que este trabajo es difícil y agotador; pero que es el único que le ha brindado oportunidades económicas, ya que ella solo cursó hasta grado séptimo y este le quita posibilidades para desempeñar otro trabajo.

 De esta forma tenemos la primera conclusión de este proyecto: la educación es un factor que cobra demasiada importancia a la hora de ver cómo el presente se vuelve el futuro de cada persona; la educación determina en buena medida la calidad de vida de la misma y de las personas que la rodean; pero viéndolo así, más que un cuestionamiento a nuestro personaje, quizás la alarma sea para jóvenes, padres de familia, profesores y el mismo gobierno, quiénes a través de la historia a veces han dejado de lado la educación de las personas con menos recursos, a veces incluso, vemos que es inaccesible para muchos; se ha vuelto un negocio como ha sucedido con la salud y otros cuantos derechos de la población; esto solo nos muestra el estado tan deplorable de nuestra sociedad y de nuestro pensamiento a la hora de elegir a nuestro dirigentes.   

Siguiendo con su relato, doña Esmeralda cuenta que para la elaboración de su producto se demora en promedio a 4 a 5 horas y que los elabora en la hora de la mañana para que en la hora de la tarde los pueda salir vender en una esquina del centro de la ciudad, cerca al parque de Los Libertadores; nos relata que una de sus mayores  preocupaciones es que aunque ha pedido ayuda a la alcaldía nunca es escuchada y que además es maltratada por la fuerza  pública siendo sacada de su sitio de trabajo y a veces siéndole confiscado su producto; a esto se suma el temor de que algún día la salud no le sea suficiente para seguir guerreándola por su hijo y por su vida, y no sabe cómo poder seguir saliendo adelante.

Después de un largo tiempo de conversación, observando cómo vendía los envueltos y hasta ayudándole a venderlos, le pregunté que si le parecía justo el trato que le daban las entidades públicas y ella contestó con una mirada casi pérdida en el horizonte:

-No, no me parece justo que nos traten de una manera tan dura; a veces como si no fuéramos humanos; además creo que por ser un espacio público deberían dejarnos trabajar en paz desde que no le hagamos daño a nadie-.

Y es cierto, se les ha quitado su libertad sin razón alguna y sin darle ninguna solución concreta porque vemos que esta administración ha mostrado poco interés por esta clase de personas, que son muchas y que viven en situaciones precarias.

Después de esto me despedí de la señora y ella muy amablemente y con una cara de felicidad me regaló uno de sus envueltos que de por hecho son deliciosos.

Este gesto me dio mucha felicidad ya que la mayoría de gente tilda a los vendedores ambulantes de ladrones, pordioseros y de cosas por el estilo; lo que no saben es que de trasfondo de estas personas hay un corazón humilde y lleno de amor, porque no cualquiera se quita literalmente la comida de la boca, para dársela a un desconocido, perdiendo ese dinero que le podría servir para comer un poco mejor a la mañana siguiente; no se encuentra gente así todos los días.    

Al día siguiente  de haber conversado con doña Esmeralda, me encontré con la señora Luz Carolina Torres proveniente de la ciudad de Floresta de 43 años de edad, casada con el señor Nelson Mauricio Mojica; ella cuenta que trabaja en las ventas ambulantes hace 20 años y que esto le da para mantener a sus 5 hijos de los cuales uno estudia en Floresta y los otros cuatro en el Colegio Guillermo León Valencia de Duitama, nos comenta que en este momento está pasando por una crisis económica ya que su esposo está desempleado; él trabaja en construcción o más bien como “Ruso” y en este momento no hay trabajo en ninguna parte, así que ella está asumiendo los costos del hogar; ella trabaja para la empresa “Cream Helado”. Le pregunté por qué trabajaba en esto y no en otra cosa más cómoda; ella me dice que es por dos razones, la primera porque su educación fue precaria ya que estudió hasta quinto de primaria y la segunda porque este trabajo le brinda comodidad para estar pendiente de  la crianza de sus hijos. Ella al igual que doña Esmeralda ha sido ignorada por la administración municipal y también maltratada por la policía, viendo así que es una problemática frecuente para los vendedores ambulantes el choque con la fuerza pública.

Nos indica también la situación en su hogar; ésta es pésima y más en el panorama de la educación de sus hijos ya que a veces se queda corta en la compra de los materiales necesarios para su buen desempeño en las actividades académicas, pero aún así, ella no recibe reproche alguno de los niños, al contrario, son una  voz de aliento en momentos de desesperación.
  
La charla que se sostuvo con la señora Luz estuvo cargada de sentimientos fuertes hasta el punto de casi llorar al narrar su historia, y se entiende que se torne así porque la vida de ella como la de otros, no se les ha dado lo que en realidad merece; a veces en nuestro país, una persona humilde y honrada, es tratada de la peor manera.

Pasadas unas horas y para finalizar el día tuve la dicha de encontrarme con la señora  Flor Pérez, de 35 años de edad que trabaja para la marca “Bonice”; aunque ella nos cuenta casi lo mismo que las otras dos entrevistadas, a ella se le agrega que empezó a trabajar hace un año como vendedora ambulante y que además de esto trabaja vendiendo productos de catálogo y para sumar tiene una pequeña tienda de barrio; todo lo hace para sacar un poco más de dinero para mantener su casa y sus dos hijos: una niña y un niño, que a propósito estudian en el Colegio Santo Tomás de Aquino. Cómo lo imaginarán, su agenda es bastante apretada; se levanta a más tardar a las 4 de la mañana para alistar a su pequeña hija que cursa  tercero de primaria al igual que a su hijo para de 06:00 a 09:00 am poder abrir la tienda y lograr vender algo; a las 09:00 am se va sacar el producto en la distribuidora de  Bonice y a las 06:00 pm vuelve a la casa para seguir atendiendo su negocio el cual cierra a altas horas de la noche o a veces a la madrugada.

Nos comenta que en Bonice gana en promedio de $ 5000 a $ 10000 pesos diarios y que puede que no sea una gran cantidad de dinero pero que le ayuda para poder cubrir las necesidades básicas de su familia. Lo que hace más interesante a esta mujer fue que empezó a trabajar en esto después de haber sufrido la muerte de su esposo, quien fue asesinado por unos sicarios al frente de su casa; dice que la policía investigó el caso pero que el resultado es inconcluso pero se rumora que la muerte fue por una equivocación de los sicarios; sufrida está perdida ella se mantuvo inmersa en una gran depresión pero la vida de sus hijos la hizo levantar la cabeza y buscar a toda costa una salida para su situación.

En conclusión, las tres historias de estas mujeres, (cada una vendedora de un producto diferente pero con un  mismo propósito, salir adelante a todo costa), llenan el corazón de emociones fuertes al ver que hay gente tan luchadora, que aunque esté inmersa en la pobreza, y a veces con una calidad de vida deplorable,  sacan ganas para guerrearla frente a un mundo despiadado e indiferente; son mujeres pujantes que dejan hasta  la última gota de sudor en las calles por  sobrevivir, porque deambulan en el círculo de una sociedad extraña con lo humano; sin embargo pienso que le dan un toque de maravilla al piso por donde caminan porque siempre estarán con los pies sobre el asfalto.
        





[1]Historia Universal, Enciclopedia Básica Escolar Interactiva Siglo XXI (Madrid: Altair-Quebecor).


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EL NO-LUGAR PARA LOS ENAMORADOS

El siguiente texto ha resultado ser uno de las mejores crónicas de nuestro proyecto. Para motivar a los tomasinos a escribir sus respectivos trabajos vale la pena leerlo

EL NO-LUGAR PARA LOS ENAMORADOS
Por Mayra Salazar

Hacia 1928 en el municipio de Duitama, perteneciente al departamento de Boyacá, se pensaba de manera inocente y ambiciosa en un sistema de acueductos que recibiera abastecimiento de los recursos hídricos naturales.

La administración del acueducto de la ciudad, ubicada en el valle de cuatro montañas propensas a generar corrientes de agua, que desde lo alto descienden hasta el municipio, emprendían la búsqueda de un lugar que no fuera riesgoso para excavar y para construir estanques de reserva  de enormes proporciones, un lugar deshabitado y lejano de las miradas de los curiosos habitantes, del bullicio de las festividades típicas de los pueblos y cercano a cauces de ríos. Al norte de la ciudad se encontraba una colina en donde el agua fluía de modo subterráneo (agua proveniente del páramo, en donde se situaba la laguna Pan de Azúcar), un lugar casi secreto en el cual se podía explotar el recurso hídrico necesario para la población. El acueducto inició allí las construcciones, como se había previsto, almacenó el agua en estanques enormes y al cabo de unos meses estaba abasteciendo a la gente.

De manera clandestina, desde el comienzo del funcionamiento de esta parte del acueducto, las parejas de jóvenes se reunían para iniciar allí los amoríos inocentes o los amores eternos de la época. Besos, detalles y sonrisas se compartían alrededor de tres estanques repletos de agua. Durante cuatro años la colina se usó para dos destinos: represar las aguas y atestiguar los amores. En 1932 Luis A. Soler, alcalde del municipio, decidió llamar al lugar “Parque de los enamorados”. Lo bautizó y lo condenó al auge y a la popularidad, algo hasta el momento no previsto, provocando que junto a los estanques se iniciara la construcción de canales por donde fluyera el agua de manera agradable; pequeños estanques de estructura diversa: uno en forma de trébol y otro de laberinto; puentecitos de madera para cruzar los canales y unas sillas, también la presencia de un parquero de apellido Vargas quien vivía en una de las casas aledañas y realizaba sus rondas con bastón en mano.
Las jovencitas, usando como pretexto ir a comer helado con sus hermanitos, se desprendían de sus padres; en efecto se dirigían a la heladería Panamá, en donde compraban helados y luego iban al “Parque de los enamorados”; algunas jóvenes se encontraban con sus novios; otras se sentaban en el pasto cerca de los estanques a cortar tréboles; en espera de un novio si el trébol era de cuatro hojas y en la desdichada soltería si era de tres.

Los visitantes podían ir a ver los insólitos patos en los estanques; en una visita de un grupo de escolares, quienes realizaban recorridos juguetones y desprevenidos, uno de los niños con una edad no menor a los doce años se resbaló  en un estanque y  se ahogó, sus amigos no pudieron auxiliarlo, lo que reforzó la mala reputación del parque y la privacidad de los enamorados, como recuerda el profesor Alberto Parra Higuera en su libro “El pozo de las imágenes” (1995).

De manera muy conveniente en 1935, se construyó cerca al parque la empresa Bavaria S.A, permitiendo llegar a un acuerdo con el acueducto de Duitama, haciendo que una parte del agua en almacenamiento se destinara a la empresa – con objetivo fijado en la producción de cerveza –. Esta empresa fue una de las primeras en establecerse en la ciudad. En la década de los Cincuenta hacían su aparición compañías nacionales y multinacionales como Indumil, Sofasa Renault y de modo indirecto Cementos Paz del Río, que se encargaron de crear centros recreativos y barrios para sus trabajadores, modificando la estructura del municipio. Por tanto la administración del acueducto  dejó al Parque de los enamorados a su suerte. En 1960 el parquero dejó de trabajar, los sedentarios habitantes encontraron centros de diversión  más cómodos – el parque del Solano, el del Carmen, el de Las Américas –  y el único provecho que se podía tener del antiguo sitio para tanques de reserva en aquel momento era su lejanía.

 Por otra parte, veinticinco años después,  las entidades cívicas tradicionales – Club de Leones y Cámara Junior,  de las que hacían parte los hijos de los hacendados del municipio – se encargaban de “embellecer” la ciudad, realizando arreglos a los lugares derruidos por el paso del tiempo; en 1985 el Club de Leones y la administración del municipio empezaron a reconstruir el parque. Iniciaron por los puentes de madera, luego limpiaron los canales llenos de basura; pintaron las sillas de piedra; plantaron unos pinos; establecieron nuevos senderos de concreto y un salón de recepciones. Algunos habitantes y sus costumbres modificadas no daban paso a la entrada de los recuerdos, tal vez los nostálgicos volvieron, pero el parque estaba una vez más destruido, nadie detuvo el proceso natural de las cosas construidas por el ser humano, es decir, nacen, son utilizadas y mueren;  al mismo tiempo los jóvenes que regresaban de la capital llenos con drogas en los bolsillos –popper, ácidos… - encontraron en el parque, un lugar perfecto para consumir. El último respiro de vida, de la mano de las apariencias, se dio para el paso de  la ruta del Mundial de Ciclismo en 1995 puesto que  construyeron unas escaleras para hacer más fácil el acceso, o, mejor, para que se desviara la atención de la cima de la colina.

El Parque de los enamorados se ha ido convirtiendo desde entonces en sede para los marginales, incluso algunos de ellos han buscado  la manera de habitarlo de modo permanente.


 El silencio es escalofriante cuando se llega, y se es recibido con una imagen: unas escaleras con ladrillos y materas en el medio junto a las faldas de la colina. En el momento de subir, al final de las escaleras, un sendero natural y un grupo de árboles de más de diez metros de altura hacen calle de honor; entre un par de árboles se encuentra una silla de piedra, por los vestigios de color que aún le quedan entre rayones de aerosol se podría deducir que era blanca; más adelante al final del sendero natural se pasa a uno de concreto, sendero que conduce a un canal con un pequeño estanque en forma de trébol y a los trozos que aún quedan de lo que fue un puentecito de madera; siguiendo el camino trazado por los canales, se pueden encontrar desviaciones hacia los lados, uno de los caminos  conduce de regreso a la fuente del trébol y el otro a los estanques grandísimos que se adornan de basura en el fondo; los estanques son tres, cuadrados y cubiertos de maleza en las esquinas, son unidos por canales superficiales por donde antes fluía el agua y ahora lo hace la basura; si se avanza, se encuentra uno pequeño con una estructura en forma de laberinto, decorado de la misma manera que los estanques enormes, unas escaleras con peldaños descendentes llegan al fondo de este estanque; volver al camino es fácil, basta con observar la estructura de lo que sería un salón social hundido en el pasto y sin techo , con una profundidad de más de cuatro metros, tapizado por la podredumbre; la estructura es acompañada por una superficie, la entrada al antiguo acueducto, en el centro de esta una escotilla cuadrada con unas escaleras, la luz no ha llegado en años pero se conserva intacta. Éste es quizás  uno de los pocos lugares invisibles desde la falda de la colina. Los recuerdos son grises si se piensa en las miradas de los jóvenes que alguna vez disfrutaron del parque, porque el olvido ya se lo tragó y nadie hoy por hoy sabe de él.