miércoles, 10 de septiembre de 2014

UNA GUERRA SIN FIN

Por Jeniffer Triana

Caminando por las calles de Otanche-  Boyacá, sus veredas y pueblos aledaños; disfrutando de su clima, su gente, sus paisajes y admirando el esfuerzo y amor con que trabajan muchos habitantes en  las minas de esmeralda -incluyendo aquí a miembros de mi familia-, me di cuenta de que el aire que se respira allí no es totalmente de paz; sentí que en estos lugares había sucedido algo que provenía del dolor, del  rencor y de la ambición; estuve allí en el  lugar donde hace casi 21 años la esmeralda era causa de esclavitud y muertes; en ese entonces reinaba el dinero por encima de la conciencia.


Escribir es una travesía y a través de este relato contaré una historia que ha cambiado mi forma de ver el mundo; me he encontrado con algunos personajes y estoy segura  de que ellos vivieron  cosas terribles en este rincón de Boyacá; uno de estos personajes es alias “El Burro”, uno de tantos hombres a quienes en este sitio, el dinero y la esmeralda les quitó el corazón,  y en cambio les puso un balde de lodo; tuvo mucho dinero, estuvo bajo el mando de  grandes e importantes ‘’patrones’’ en los tiempos en que la esmeralda tuvo su apogeo; era la década de los 90, patrones como el ya fallecido Víctor Carranza o Pedro Orejas que eran muy importantes en esta región; pero hay quienes dicen que  alias ‘’Burro’’ aparenta ser un hombre noble sufrido como muchos campesinos, pero que en realidad es un hombre frío y ambicioso; en sus ojos se ve su crueldad , hoy en día su silencio dice más que las palabras… y solo voy a agregar que fue uno de los sobrevivientes de la guerra de la esmeralda.
En este rincón de Boyacá se ve lo bueno y lo malo; su húmeda y verde  naturaleza refleja la humildad de su gente y maquilla un pasado tenebroso, aunque por sus calles corrió  sangre de inocentes que se esclavizaron por la belleza y riqueza de una esmeralda; en este lugar se limpió con lágrimas el rojo de la sangre fresca que derramaron los amantes de la lujuria y el dinero; cada gota de agua cuenta un guión distinto de esta novela de terror grabada en las montañas.

Fotografía de diario de campo. Jeniffer Triana.
Bajo el cielo de este municipio encontré a tres personas de distintas edades, con vidas diferentes que tienen en común esta guerra, un conflicto que acabó con muchos niños soñadores, con madres, padres, y que dejó muchas historias intrigantes con crueles moralejas; sin embargo el balance es que mató muchos, se sufrió mucho, enriqueció a algunos pero que en realidad ha dejado poco. 
 En medio de tantas imágenes crueles e inimaginables, llegué a casa de Nidia Espitia; tiene treinta años; es una mujer hermosa y valiosa, tiene una pequeña familia estable, tres hijos y su esposo Oscar; viven en Calamaco Bajo, una vereda ubicada a 3 km de Santa Bárbara, un pueblo aledaño a Otanche; ellos tienen con su esposo un mini mercado; su familia es una de las muchas que han vivido los cambios sociales y económicos del occidente de Boyacá. Jazmín es humilde y luchadora , también trabaja en un plan de gobierno llamado creciendo a pasitos y su mini mercado lo atiende una de sus amigas; no me contó mucho pero lo que  sí es seguro, es que ella fue una mujer víctima de abusos terribles, que comprueban que el hombre es una bestia incontrolable y que la mujer en territorio de guerra no es más que un objeto o incluso un animal; ella lo menos que quiere es recordar esa amarga  época en la que su vida se volvió un libro de recuerdos amargos; opina que esa guerra fue el inicio de la decadencia económica y social de la ‘’mina’’; el inicio de una cadena de rencor y deudas pendientes  que muchos no han superado como ella. La relativa paz ha permitido que la “mina” brinde progreso y que sea segura; son humildes pero felices; ahora la esmeralda es sólo un complemento económico.
 Don Juan Gómez es un hombre de 80 años, simpático, fue minero, escolta (pájaro) y capataz, actualmente es dueño de una pequeña finca donde siembra pitaya, yuca, cacao y plátano; es un anciano reservado, también víctima de maltratos por parte de sus patrones; nunca tuvo libertad de decidir lo que quería hacer con su vida; es de Cajamarca-Tolima y vive en Otanche desde sus 20 años; tuvo que salir con su familia de ahí porque a su hijo menor lo mataron por ambicioso, se fue a vivir a  Chiquinquirá. Sostiene que los jóvenes estamos en la gloria, que somos afortunados de no haber vivido esa guerra; describe los caminos de herradura llenos de muertos en caballos guiados por la muerte. De la guerra no dice más que fue un momento de su vida que no quisiera haber vivido.

Fotografía de diario de campo. Jeniffer Triana.

La señora María Torres, tiene cuarenta años, es alegre y descompilada; atiende una tienda en La Loma; ha luchado la mayor parte de su vida sola y con cuatro hijos cargando en su memoria la imagen de su mejor amigo degollado frente a ella; lleva marcado su cuerpo por hombres sin conciencia que robaron su niñez y su inocencia; es una guerrera que sonríe sin importar lo que pase, siempre con una mentalidad positiva frente a todo; considera que la guerra fue algo demasiado doloroso para ella y su familia.
Muchas personas se creían los reyes y dueños de todo, entraban y salían de donde querían, usaban a las mujeres como se usan los platos desechables.
Agrega que vivió en Duitama cuando era muy pequeña consideraba que era el cielo a comparación del Otanche donde conoció el infierno y que el mayor error de sus padres fue ir detrás de una ilusión económica de la esmeralda.
A veces la historia debe ser contada para poder superar el pasado;  agradezco a las personas que conversaron conmigo; debo decir que es una región en la que a veces se niegan a hablar de su pasado. Espero que mediante este escrito muchos de ustedes, piensen que vale más lo poco que tenemos con amor que lo mucho que alcanzamos por ambición y que es bueno lo que se consigue sin hacerle daño a nadie.
 Por último quiero agregar que  sería triste si se vuelve a desatar la guerra pues con el atentado que le hicieron a Pedro Orejas (http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-1317619z) empezó de nuevo de ceros el deseo de venganza y la obsesión por el dinero; empezaron inocentes a pagar por la demencia de estos asesinos; tal vez lo que dejó el Zar de las esmeraldas es mucho, o es importante para muchos pero por ello no es justo que niños y jóvenes o ancianos, mujeres o incluso hombres paguen y sean víctimas de cosas tan atroces; eso es vergonzoso.

Ahora ¿Qué pasara con la mina?
Del Diario de campo. Jeniffer Triana.

Podemos estar seguros de que lo que va a pasar si de nuevo decenas de inocentes se esclavizan y mueren por defender su tierra, por tener dinero o fama: la mina será rica de nuevo y empezará la nueva guerra de la esmeralda.


¿Por qué? Sencillo, porque ha sucedido antes. El apogeo de la esmeralda es la guerra. Parece ser que esta piedra de millones de pesos que sacia el hambre de muchos, necesita sangre y maldad, para cumplir el objetivo de un pueblo o de una persona con poder.

domingo, 7 de septiembre de 2014

UNA PEQUEÑA HISTORIA DETRÁS DE UN JUEGO DE PEQUEÑAS MANUALIDADES

Por Duván Andrés Leguizamón Moreno

“El día empieza a empalidecer y
el hombre también”

Aliria Emperatriz Becerra


Este trabajo es un reconocimiento al trabajo que lleva a cabo Doña Aliria Emperatriz Becerra, día tras día. Creando pequeños manualidades tiene el sustento para ella y su familia y siempre ha trabajado las artesanías, así que puedo decir que más que un trabajo ella y su oficio, son la columna principal de la casa.

Hija de campesinos, nació el 7 de Septiembre de 1951 en la finca Yerbabuena en la vereda Santa Barbará, zona montañosa de Duitama; cuarta hija de seis hermanos. Padres artesanos por tradición; la abuela paterna realizaba alpargatas, la abuela materna canastos, los dos abuelos  eran agricultores.

Doña Aliria cortando el pino
Prácticamente desde el nacimiento de Doña Aliria Emperatriz Becerra empieza a percibir la magia del trabajo con la madera. Ya que sus padres don Santos Becerra y doña Emperatriz Pedraza realizaban manualidades y artesanías, sin ayuda de las máquinas como los tornos o laser de  grabado. Doña Aliria creció mirando el oficio de sus padres y con el tiempo desarrolló habilidades que le permitieron ganarse el sustento con este oficio; a  los 16 años ella ya tenía el conocimiento suficiente para comenzar a trabajar de manera independiente.

Realizó sus estudios en una pequeña escuela en Santa Barbará  hasta grado segundo, y con tan solo dos años de estudio ella obtuvo el conocimiento necesario para vivir. Se casa a los 25 años con  don Hernán de Jesús Vivas, con quien tiene tres hijos; Hernán Vivas Becerra y Eva Vivas Becerra con discapacidad auditiva y Doris Vivas Becerra; a los 37 años queda viuda; sola cuidando a sus tres hijos. A los 59 años pierde a su hija Eva Vivas Becerra, dejando un niño en la tierra, del cual se hace cargo Doña Aliria guiándolo por el buen camino para que sea una persona de bien en un futuro.

Un trabajo artesanal y familiar
Para su oficio dice que es buena la madera del pino, pero agrega que debido a la deforestación, esta madera es prohibida utilizarla. Cuando enfatizo mi pregunta sobre el pino ella dice que debe tener unos 10 años, para que pudiera utilizarse, “la madera verde es de más fácil manejo. Cómo en esta zona no hay pino ella debe comprarlo a mayoristas que la traen de donde sí hay y de donde aún se puede utilizar; se la compra a mayoristas, quienes a su vez compran lotes de pinos para después vender la madera por m2.

Esta se recorta dependiendo al tipo de artesanía que se quiere lograr; por ejemplo, para hacer cucharones se utilizan trozos entre 90cm y  60cm, para una cuchara se pueden utilizar trozos de 30, 20, 15 o 10 centímetros; o dependiendo de lo que necesite el comprador. Se pueden elaborar juegos de cucharas, tenedores, cuchillos, palas, monenillos.

Doña Aliria me cuenta que el procedimiento para hacer estas manualidades es el siguiente:

Listas para la venta
-    Se raja; se sacan las diferentes medidas en las que se necesita.
-     Se ochava; se da forma a la cuchara.
-     Se empareja.
-      Se pica; se saca la forma interna.
-  Se redondea; dar la forma exterior de la cuchara.
-   Se arregla; dejando la forma interna y externa lista.
-       Se raspan; para moldear bien la  cuchara.
-       Se coloca al sol; esto es para que la madera se seque.
-       Se lija; para quitar las pequeñas estillas que quedan.
-        
Hay comerciantes mayoristas, que compran estos productos para comercializarlos dentro y fuera del país.

En la realización de este producto hay mucho trabajo aproximadamente en un día de tanto esfuerzo se pueden hacer de 4 a 5 docenas trabajando desde las 7:a.m. hasta 7:p.m.

HERRAMIENTAS

-       Serrucho.
-       Hacha.
-       Cuchillos.
-       Voceadores.
-       Suela plana.
-        
El mantenimiento debe ser continuo ya que entre mejor corte tengan las herramientas, con más facilidad se podrán hacer las artesanías; para que tenga un buen corte se utiliza una piedra lima, piedra esmeril, piedra de grano fino.


En este año 2014 Doña Aliria vive feliz con sus dos hijos y su nieto en su casa, en el Barrio Cerro Pino; viviendo de este trabajo tan interesante como lo son las artesanías en madera, dando gracias a Dios por el trabajo que ella puede realizar a diario.

SUFRIR POR UN FUTURO


Por Carlos Andrés Álvarez Flores

La casa de mis abuelitos está ubicada en el barrio Alpes Bajo en la ciudad de Duitama, calle 19 entre carreras 33 y 34. El barrio limita por el norte con en barrio San José, por el suroeste con el colegio Simón Bolívar, por el este con la urbanización Robledales y por el oeste con la carrilera del tren.

Fofografía de mi diario de campo
Mi abuelita cuenta que en el año de 1948 cuando el país vivía la violencia por el las disputas políticas entre rojos y azules, las oportunidades eran mínimas, sobre todo en el municipio de  (SATIVA NORTE BOYACÁ) y sus veredas (EL SALITRE); en esta época se une en matrimonio mi bisabuelo Rito Estupiñan y mi bisabuela Clementina Pineda. En aquel entonces,  el  hombre dominaba, golpeaba a su esposa de una manera salvaje y esta agresión no generaba ningún rechazo, era normal.

De este matrimonio nacen tres hijos: Ana Julia (1949), Pascual (1950) y Servando (1952); un hogar extremadamente pobre donde se sufrían muchas necesidades. En el año 1955 muere mi bisabuelo Rito Estupiñan, y mi bisabuela Clementina Pineda, sufre el rigor de ser madre viuda y cabeza de familia con tres hijos para alimentar.

 Entonces mi abuelita Ana Julia por ser la mayor, tuvo que recolectar leña para llevar a pueblo de Sativanorte (Boyacá),  para venderla o cambiarla por alimentos como panela, manteca, arroz y sal.   El estudio en ese momento no era prioritario, el  analfabetismo (es decir, la falta de conocimientos básicos de lectura y escritura, entre otros, brindados por la educación escolar), era común y no habían oportunidades  de trabajo, así que en el año 1959, por sugerencia de su tío Santos Pineda, llega a Duitama, y se refugia en una humilde vivienda en la vereda la Parroquia.

Cartografía de la memoria. 
En ese entonces mi abuelita Ana Julia sigue buscando sustento como empleada de servicio doméstico. En 1964 fallece mi bisabuela Clementina Pineda, esto la obligó a internarse como empleada de servicio doméstico de una reconocida familia (Briceño). Mi abuelita dice que trabajó cuatro años con ellos y que es uno de esos trabajos que no permiten el progreso ni el estudio, y que además era mal remunerado, porque se trabajaba más y el pago era poco.

Pasado un tiempo, en 1970 se conoce con mi abuelito Gustavo Flórez, un hombre de media estatura, piel trigueña y ojos oscuros, quien se convirtió en el enamorado y supuesto salvador de aquella explotación laboral.  En el transcurso de tres años de noviazgo toman la decisión de contraer matrimonio el 30 de junio de 1973, por lo cual mi abuelita Ana Julia decide retirarse de su trabajo como empleada de servicio doméstico para atender su hogar.


 De dicha unión nacen cuatro hijos, en 1974 nace mi mamá Mireya Flores Estupiñan, en 1975 nace mi tía Fabiola Flórez Estupiñan, en 1980 nace mi tío  Raúl Flórez Estupiñan y en 1981 nace mi tío Gustavo Flórez Estupiñan. Como era de esperarse en muchos de los hombres de este país, mi abuelito resultó ser un hombre irresponsable y bebedor, y muy de vez en cuando, colaboraba con las necesidades del hogar. Esto obliga a mi abuelita a rebuscarse el diario vivir para sostener a sus cuatro hijos quienes vivían en una casa humilde que además carecía de agua y luz. Era casi imposible sostener a sus cuatro hijos, así que mi abuelita nuevamente tuvo que dedicarse a lavar ropas en casas de familias, planchar y ayudar en la cocina, con un salario miserable que no alcanzaba para sostener a sus cuatro hijos. En el año 1985, y quizás angustiada por la necesidad de buscar dinero, se vuelve comerciante de la plaza de mercado (plaza real de la ciudad de Tunja). Allí trabajaba el día viernes, y el resto de la semana luchaba a diario con largas jornadas de lavado y planchado de ropa, para conseguir el diario para poder alimentar a sus cuatro hijos, por lo que no contaba con el apoyo económico de mi abuelito Gustavo Flórez. Mi mamá (Mireya) empezó a crecer y darse cuenta que el dinero no alcanzaba, así que ella a temprana edad (10 años), inicia también el trabajo en la plaza de mercado de Duitama y de Tunja para colaborar con los gastos del hogar. Fueron años de bastante sacrificio.

 En 1989 sucede otra tragedia familiar, mi abuelito Gustavo en su derroche de vida sufre la enfermedad del síndrome de Guillain-Barré (el síndrome de Guillain-Barré es un trastorno en el que el sistema inmunológico del cuerpo ataca parte del sistema nervioso causa hormigueo, debilidad muscular y parálisis); fue llevado de urgencias a la ciudad de Bogotá al  hospital la Samaritana. Allí dura recluido ocho meses, y su recuperación tardó un año. Por supuesto la crisis económica se agudizó; esto obligó a mi abuelita incluso a pedir limosna en Bogotá y en Duitama.

Hoy me pongo a pensar que fue una situación muy dura, pero entre comidas, los gastos médicos y los transportes, quizás no hubo otra opción; supongo que esto podría llamarse pobreza absoluta. Estas son las razones por las cuales yo admiro a mi abuelita y a mi mamá Mireya Flores, su fortaleza contra los problemas, nunca abandonó a sus hijos, les dio estudio para que no fueran analfabetas y tuvieran mejores oportunidades; siempre les inculcó la honestidad, la responsabilidad y la humildad ante todo.

Mi abuelita
Mi abuelita nos dice y nos aconseja que siempre aprovechemos el estudio y cuanta oportunidad tengamos de ilustrarnos. Siempre nos ha inculcado el respeto, la obediencia y la humildad. En pocas palabras los valores de cualquier ser humano rico o pobre deberían tener.

Ella vive muy aterrada de la juventud de hoy en día; al no tener respeto ni por ellos mismos, la degradación de los muchachos por las drogas; es cómo si la juventud hubiera perdido el norte de la vida; de los objetivos que cualquier ser humano quiere realizar.

La felicidad más grande de mi abuelita es ver que pudo sacar a sus cuatro hijos adelante y que son grandes seres humanos, útiles para  la sociedad.

Quizás sus sueños de juventud fueron aprender a leer e ilustrarse, pero cada día que pasaba lo veía más difícil, y entonces pasó a ser, antes que superarse en ese sentido, lograr tener un hogar con algunas comodidades. Hoy en día mi abuelita tiene 64 años de vida, goza de una excelente salud y es el punto de encuentro de toda la familia. 

MI VIEJO TELAR

MI VIEJO TELAR
NESTOR ANDRÉS PAIPA C.

Mi viejo telar se convierte en un lugar de memoria cuando de una forma ocasional hago una visita al pueblo boyacense de Nobsa, famosa porque muchos de sus habitantes poseen estupendas habilidades artesanales. Visitamos Nobsa en busca de una ruana para  mi padre; recorriendo distintos negocios encontramos al catalogado como mejor artesano del pueblo, quien amable y orgullosamente, antes de decirnos cuánto cuesta la fabricación de una ruana, nos invita a seguir a su taller y nos enseña su viejo telar. Luego nos explica paso a paso cada una de las actividades que realiza para llegar a la elaboración final de la típica ruana boyacense.
Fotografía del diario de campo de Néstor Paipa

Su nombre es Julio Ramón Cristancho Fagua; tiene 56 años y dos hijos, Ricardo Andrés Cristancho Peralta de 25 años, quien actualmente estudia Mecánica Industrial y Yamile Andrea Cristancho Peralta de 29 años, que estudia Ingeniería Civil.
Don Julio Ramón es un artesano de profesión, y elabora ruanas en Nobsa; participó en la elaboración de la ruana más grande del mundo, que rompió el Guinness Récords, el 13 de mayo de 2008 con medidas de 35 metros de larga, por 25 metros de ancha, y que pesaba 700kg. Esta ruana fue elaborada con lana pura.  Para subirla a la Iglesia se hizo un montaje con una máquina Tinfor que levanta 5 toneladas, andamios, y tubos para rodarla y conseguir el objetivo. La fabricación de esta ruana duró un mes, fue fabricada por don Julio Ramón y su grupo de trabajo; formaban un equipo de unas 25 personas  aproximadamente.

La idea de hacer esta ruana fue de Willson Carreño,  el Secretario de Gobierno y Urisol Daniel Carreño, un periodista. Ellos querían llamar la atención y ganar reconocimiento para el pueblo ya que fue un mérito estar en el libro de los Guinness Records. El contrato lo hizo la Alcaldía,  “la misma que desechó la ruana en la plaza de mercado para que los ratones se  la comieran” según declaró una vecina de don Ramón.

Don Julio Ramón Cristancho Fagua
El costo en total de su elaboración fue aproximadamente de cuarenta y dos millones de pesos. Don Julio Ramón dice lo que importa no es el dinero sino el esfuerzo y la dedicación que se le imprimió a aquella empresa, aunque el sentimiento que genera el destino es de tristeza. Agrega sin embargo que lastimosamente ese orgullo que se obtuvo en ese momento no duró mucho ya que la alcaldía no valoró su trabajo. En ese tiempo el alcalde era Oscar Tiatino.

Esta misma ruana que está en la memoria de las personas que presenciaron este hecho y en algunas fotografías. Es absurdo que la hayan dejado deteriorar  y tuvo que ser tirada a la basura. Es lógico en este país; proyectos que llaman la atención del mundo terminan en la basura. Se hubieran podido sacar más de 360 ruanas o 280 cobijas para regalárselas a los pobres.  

Don Julio Ramón desde los 7 años aprendió este bello oficio de la textilería artesanal en telar. Esta es una costumbre de ancestros de principios del siglo pasado. Uno de los pioneros en este arte fue, Luis Felipe Cristancho, abuelo de don Julio. También le aprendió esto a su padre Carlos Julio Cristancho, enseñanza que se ha transmitido de generación en generación, Julio Ramón es la tercera generación.

Catedral de Nobsa-Boyacá
Don Julio que también enseña a tejer, se siente orgulloso de hacerlo ya que muchos jóvenes ahora solo quieren consumir drogas. Afirma que no es difícil, y que todo depende del alumno y la actitud y el entusiasmo del que enseña y del que aprende. Qué lección de pedagogía nos da el artesano.

Don Julio Ramón trabajó en Indumil por 15 años, 5 años en Bornaza y otras compañías. También es certificado del Sena y tiene un diplomado en la Uptc. Nunca dejó su pasión por los tejidos hasta que finalmente el gran esfuerzo y dedicación que hizo  lo llevaron a ser reconocido y poder vivir de su viejo telar que tiene más de cuarenta años. Pero no fue fácil llegar a la cima en la que se encuentra, ya que cuando sus hijos estudiaban la situación económica era otra.

La ruana más grande del mundo
Julio me contó con alegría de su taller, y cómo sus ruanas han llegado a Sudáfrica, España, Canadá, Venezuela, Francia, Italia, Argentina, Estados Unidos y otros países. La ruana más reciente fabricada para exportar al exterior fue para enviarla a España al jugador de futbol profesional Radamel Falcao García, la cual llevaba el logo de la selección Colombia, en un gesto de apoyo en su recuperación para el Mundial, y agregó que próximamente se pondría en la tarea de hacer una para James Rodríguez.

Cuando le pregunto por la súper ruana; don Julio se queda recordando ese momento tan importante y tan destacado de su vida. Tiene en su poder una pequeña fotografía de la ruana en la iglesia con un aviso que dice ¡EXCELENTE! Y esa es la memoria, quizás una fotografía que detiene el tiempo.