domingo, 19 de abril de 2015

EL MITO DE LA ALACRANERA


Por  Yeison Duban Manrique Ochoa

“El talento se nutre mejor en la soledad”

Goethe

El motivo de mi búsqueda es averiguar por qué mi barrio San José Alto es apodado “La Alacranera”. Quería saber si mi comunidad sabía las razones por las cuáles los llaman así.



Mi barrio San José Alto es humilde pero acogedor; allá vivimos personas de distintos credos y estratos sociales aunque en su gran mayoría somos pobres. Hay ganas de salir adelante pero hay muy pocas oportunidades.

Tiene cosas que quiero resaltar: la hospitalidad de la gente, la manera en  que pintan sus casas, la manera que profesan sus creencias etc. Pero también tiene problemas como cualquier otro, entre ellos encontramos la drogadicción, el microtráfico y la falta de presencia del Estado.



Me puse en la tarea de mirar quiénes son las personas que llegan al barrio, a quienes visitan, cómo se visten, cómo es su aspecto, cómo hablan. Me preguntaba si son de la región o si se puede saber de dónde son. Concluí que una parte son de este sector y que por falta de una verdadera concientización no comprenden el daño irreparable que causan las drogas; algunos dicen que la falta de oportunidades es la que determina el consumo y otros comportamientos que lo acompañan; este es uno de los problemas más graves en el barrio. Aquí vivimos obreros, empleados, lustrabotas, empleadas del servicio, personas de bien, jóvenes de clase media que trabaja en muchas otras cosas. Y muchos vienen de otras partes del país.



Don Julio Barrera me cuenta que alguna vez tuvo unos inquilinos que vivían en el primer piso de su casa; agrega que la pareja se separó pero que tenían un hijo joven; el señor Barrera cuenta que quizás por falta de tiempo o por descuido, tenían que dejar a su hijo solo; esto fue traumático para el niño; con el tiempo creció y encontró que la calle podría ser su hogar; allí se encontró con personas sin escrúpulos que no desaprovechan la oportunidad de hundir a alguien que aún es bueno. Lo iniciaron en el mundo de la droga. A estas personas no les interesa la juventud, es decir, el futuro de este país. El joven se envició tan rápido que comenzó a robar a sus amigos de barrio. Ahora los vecinos lo miran con desconfianza y es tanta la rabia que le sienten que le dicen “ahí va el pícaro”; a su corta edad ya es un peligro para la sociedad.

Hablé con la señora Teresa Aldana; dice que en los diez años que ha vivido en el barrio, su actividad económica depende de una tienda; pero que gracias a Dios no la han asaltado nunca. Doña Teresa asegura que el barrio es muy sano y que nunca la han robado.



Entrevisté a don Oscar Pérez; un taxista de profesión con 35 años de edad y  15 años de taxista; cuenta que sí llega a sentir temor en ocasiones, pero que hasta el momento no le ha sucedido nada. Agrega que escucha entre sus compañeros, cuando toman tinto en el Terminal, que en ocasiones es evidente que suben personas extrañas a la Alacranera.

A ciertas horas no suben taxistas a la Alacranera. Le pregunté si sabía la razón. Señaló que esto sucedía `por el uso de gas; pero que no falta el que debido a los rumores, teme perder el producido.

Los habitantes piden presencia policial; sobre todo en las zonas verdes a donde llegan personas de la ciudad a consumir. Son turistas no deseados; cada uno tiene sus “parches”, y se sienten orgullosos de lo que hacen.



Los vecinos del barrio se lamentan porque cuando por casualidad viene la policía; pasan por algunas calles donde solo habita gente honrada y muy trabajadora.

Don Pedro Uchamocha, tiene 80 años, y los últimos 25 los ha pasado en éste barrio. Él dice que en muchas oportunidades les ha dicho a los agentes que el problema del vicio se da en las zonas verdes, y que son turistas.

Todas estas razones sirven para dibujar la Alacranera. Hasta aquí me traía el trabajo de detective; pensaba ser algo así como el Sherlock Holmes de mi barrio; quizás reencarnar un pasado oculto; descifrar la clave para solucionar el problema que busco resolver, y que consiste en reconocer a la gente con la que vivo; preguntar por qué si mi barrio se llama San José Alto, tiene el apodo de la “La Alacranera”.

Recorrí las calles de mi barrio y entrevisté a sus personajes más reconocidos, cartografié los problemas más importantes y los lugares de memoria; en el mapa  que dibujé están todas las casas, todas las calles, todas las tiendas y todas las zonas verdes que aún sobreviven. ¡Quizás nadie conozca mi barrio como yo!

Otro de los personajes que entrevisté es don Moisés Díaz, el líder de la junta de acción comunal; con él conversé acerca de  los problemas, y de la gente que podrían saber sobre el origen del apodo  “la Alacranera”.

Don Moisés Díaz llegó hace 35 años y su trabajo consiste en visibilizar los problemas que nos aquejan, pero no sabía el porqué del apodo. Sin embargo me refirió  a personajes que quizá lo podrían saber.

Uno de estos personajes es don Rafael  Castañeda. Llegó al barrio a mediados de 1965 procedente del municipio de Corrales. Don Rafael preparó el terreno para construir su casa; comenta que cuando removió la tierra y los materiales donde construiría su casa, encontraron una gran cantidad de alacranes; agrega que junto a  sus ayudantes y su esposa, la señora Inesita Pita, advirtieron que estos animales le hacían honor al apodo.

Otro de los personajes que entrevisté es don Carlos Higuera que hoy en día tiene 82 años bien puestos; me contó que llegó al barrio en 1958, procedente del municipio de Floresta. La anécdota de don Carlos se desarrolló en un almuerzo familiar, en el que alguno de los niños, al remover algunas piedras  salieron corriendo al encontrarse una gran cantidad de alacranes.

La señora Angélica Gómez, me contó que llegó al barrio hacia 1965 procedente del municipio de Jericó. Allí se había casado con don José Gómez; tuvieron ocho hijos.  

Don José era operador de un buldócer y ayudó a abrir unas vías importantes; en esta actividad se dieron cuenta al remover piedras y tierra, que había una buena cantidad de alacranes. Doña Angélica dice que si en ese tiempo hubieran existido filmadoras, las imágenes grabadas demostrarían  que a San José Alto llaman la alacranera no porque en este barrio vivan hampones peligrosos como lo cree la gente del común, sino porque habían bastantes alacranes. Ojala las sucesivas administraciones entendieran que es la presencia del Estado la que evitaría que San José Alto se vuelva una de esas comunas que haría honor a ese apodo.


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